Ustedes sabrán disculparme por el off-topic, pero es que uno no es de piedra. Y como reza el subtítulo, hay otras enfermedades.
Mucha gente me llama el Vasco. Incluso mi mujer. Cuando a mis padres les trasladaron a vivir a Madrid por cuestiones de trabajo, mis tres años no me dejaban mucha opción para la contemplación nostálgica. Pero un bilbainito de tres años, es mucho bilbainito, y más en la capital. (...)
Así que ejercí de bilbaíno desde pequeño, en el colegio, en la universidad, en la vida. Lo que significaba principalmente ejercer del Athletic. Con 8 años, fui a mi primera final de copa, y la recuerdo como si fuera ayer. Sé exactamente en que zona del Calderón estábamos sentados. El Athletic ganó al Castellón por 2-0, con Pavic de entrenador y José Ángel Iribar de portero y capitán. En mi mente no cabía pensar otra cosa. El Athletic era el equipo de Bilbao, el equipo de San Mamés, el equipo de Lezama, y siempre, siempre, Iribar de portero. Porque Iribar era cojonudo y como Iribar no había ninguno.
A esa edad tienes que tener ídolos, y dado que aún no habían llegado los Young, Dylan, Springsteen, al menos a mi vida, Iribar adornaba el cabecero de mi cama (la misma foto que preside este texto), los cuadernos del colegio, las memorias de un crío como tantos otros miles de críos.
Cuatro años después, volvía al Calderón, a otra final, esta vez contra el Betis. Y el dolor de la derrota se acentuaba al haber sido Iribar quien falló aquel undécimo penalti en una tanda agónica. Pero a mis doce años, lo seguía siendo todo.
Entre ambas finales, y por intermediación de un familiar con acceso a la directiva, me dieron una vuelta por los entresijos de Lezama. Recuerdo la emoción cuando al entrar a la sala de fisioterapia, ahí estaba Dani recibiendo un masaje y recibiéndome con una carantoña. Admiraba a Dani, pero ese no era mi objetivo. Y un rato después, andando por los pasillos, ahí estaban, apoyados en la pared, charlando, el entrenador Koldo Aguirre, que ese año nos llevaría a las finales de Copa contra el Betis y de la UEFA contra la Juventus, y José Ángel Iribar. Me atusó el pelo, me dijo hola, chaval, y yo quedé mudo. No dije nada porque no podía decir nada. Era otro fútbol, era otro mundo, era otro yo. Pero me atusó el pelo y me firmó una foto.
Es curioso que no recuerde exactamente mi primera vez en San Mamés. Tal vez porque San Mamés lo era todo, era el mismo Athletic. Cada vez que en navidades veníamos a casa de mis aitites, en la calle Pérez Galdós, lo primero que hacía era bajar hasta Pozas para ver el escudo de la fachada (que no sé desde cuando está, pero pareciera que desde siempre). El viejo San Mamés, al que luego tantas veces he acudido. La casa, el caserío, la hacienda del Athletic.
Hoy empiezan a derribarlo, y a uno le jode eso de que es ley de vida. Pero será. Ayer se le decía adiós, y yo estaba en casa viéndolo. No me gustan las despedidas. Nada. Pero entonces hubo un cambio y saltó al campo Orbaiz. Una boutade, pensamos. Y luego Julen, un reencuentro. Y después, Andrinúa, un recuerdo. Con Dani sentí una emoción. Y creo que la emoción vino porque intuía lo que podía pasar. Y pasó. Cambio en la portería, y sale Iribar, el Txopo, 70 años casi recién cumplidos. Una bilbainada. Pero la nuestra.
Pude volver a verlo.
El último portero del Athletic en San Mamés era Iribar.
Porque el Athletic siempre han sido diez e Iribar de portero.
Agur, San Mamés.
Agur, San Mamés.
Maravilloso lo vivido ayer, compañero.
ResponderEliminarUn recuerdo imborrable.
Sí, señor, y de recuerdos vivimos...
EliminarLos pelos como escarpias. Precioso relato, ni Segurola, ni Patxo Unzueta, ni Rodrigálvarez lo habrían hecho mejor.
ResponderEliminarRecuerdo perfectamente esas dos finales, la del 73 frente al Castellón de Planelles y la del 77 recién estrenada la democracia y recién estrenada la tele en color en mi casa. Y, yo aunque del Barça, muy fan del Athletic, porque mis ídolos eran dos : Neeskens y ... Dani, Daniel Ruiz Bazán
Bueno, bueno, qué más quisiera... A Patxo y Santi no les he leído aún, pero el Rodri en El País emociona con ese final "gracias viejo y gracias viejos".
EliminarNo soy del Athletic pero le tengo cierto aprecio y admiración. Pero lo que quería decirte es que por segundo día consecutivo me has emocionado con tu lírica. Este texto está escrito con el alma, eso no es fácil pero es muy admirable. Abrazo.
ResponderEliminarGracias, man...
EliminarAl Athletic, y al fútbol de esa época le tengo especial admiración, por eso el año pasado no celebre la liga que ganó el madrid con el "señor" que lo entrenaba, ya lo comente con otro amigo común "Xabi" en la triste final de tú equipo que vimos el año pasado, le dije que preferia perder con un equipo con gente noble que no ganar con tipos que no respetan al contrario.
ResponderEliminar¡Enfin que esperemos a ver ese nuevo estadio que seguro que os traerá muchas alegrias!
Aupa Athletic!
Si es que estamos viejos, Ferni, pero no tan achacosos... como pareciera
EliminarEstupendo relato, sí señor. Esta vez no ejerceré de giputxi en Bizkaia, sólo decir que la memoria de los porteros de entonces es impresionante. A Arconada también se le sigue recordando ocn estusiasmo, aquello de: no pasa nada, tenemos a Arconada!! Rima fácil pero certera.
ResponderEliminarLa verdad es que no soy muy futbolero. De chaval era del Barça, pero todos sabíamos que el mejor portero lo tenía el Athletic. Siempre. Los mejores porteros siempre eran vascos. El mismo Barça cumplía con la tradición: Artola, Urruti, Zubizarreta...pero Iríbar, eso son palabras mayores. De cuando la tele era mágica (en blanco y negro) y no tenías la sensación de estar constantemente en un circo.
ResponderEliminarNick Lowe le preguntó a su entonces suegro Jhonny Cash cómo envejecer con dignidad, a lo que éste respondió: olvida el personaje y quédate con la persona.
Iríbar es de esa estirpe.
Xesc (Son and The Holy Ghosts)