Pues sí, la noche tiene estas cosas. Si Martín Capsula invita a que los viejos enseñemos a los jóvenes un antiguo baile de salón de nombre pogo, uno puede arquear la ceja. Pero si tu sobrino, que anda montando su primera banda, se lanza al centro de la sala a empujar y saltar como dios manda, te dices que no puedes dejar escapar esta oportunidad. Demostrar al chaval que su tío, hace años, era un especialista en estas lides danzantes. Y ahí estás, golpe a golpe con él, con la sonrisa de oreja a oreja ambos. (...)
Capsula ofrecen ese frenesí de la distorsión sin barreras. Y lo hacen encarando ahora mismo ese tramo de su carretera particular que puede convertirse en cima o valle. Producción de Tony Visconti, lanzamiento internacional, giras americanas,… Cuentan con varias cosas en el zurrón, pero la principal, el convencimiento absoluto en lo que hacen y cómo lo hacen. Se les observa crecidos ante el público, dominadores de escenarios más grandes. En su viejo formato de trío a secas, son capaces de anticipar Solar Secrets, que oficialmente se pone a la venta mañana, y pasear por clásicos suyos como Communication o Mejor no hablar de ciertas cosas, piropear a Tina Turner o saltar sobre el viejo Iggy Pop, de quien anuncian saber de buena tinta que nació tras el puente de San Antón, y cómo no, recordar a golpe de Moonage daydream el disco de Bowie que les ha dado una visibilidad que tanto tiempo llevaban buscando y mereciendo. Su revisión personal del Ziggy Stardust ha supuesto el empujón que les faltaba, pero buena noticia es que poco a poco lo vayan situando donde debe estar, una parada más en un camino que ya tiene sus propios hitos.
Así que aquí vuelven de nuevo, entre distorsión y energía, entre el punk de baile salvaje y el ruidismo experimental, señalando a Bowie, a Pop, a la Velvet, a Sonic Youth, a Kiss, al garage sin lustre ni oropeles, como las señales del camino a seguir. Y una vez más lo hacen dejando convencidos a quienes les escuchan. Rompiendo el molde de la cápsula.
Antes del plato grueso, tuvimos un paseo por la negritud más sabrosa. La vuelta, quince años después, de los vitorianos The Allnighters ha supuesto una de las noticias más refrescantes de la temporada musical. Refrescante porque en pleno 2013, Iñaki Igu García y los chicos ya no son aquellos jovencitos que desde 1988 revolucionaron el panorama mod y soul nacional. Pero siguen manteniendo incólume amor y devoción por unos sonidos eternos que, ahora mismo, con su puesta al día y revisión popular, vuelven a sonar como lo que son: joyas del baile y el sentimiento, del calor y el alma, ya sea torturada o feliz. Con la formación original salvo el nuevo bajista, estos noctámbulos continúan sacando del armario toda la artillería Rhythm & Blues, soul en todas su encarnaciones, boogie, funk, y lo hacen con una presencia que para sí quisieran muchas bandas con años de actividad. Igu continúa siendo un excelente maestro de ceremonias, un frontman cómo debería exigírsele ser a cualquiera que tenga el corazón negro, y el resto de la banda, un perfecto engranaje que sorprende haya estado tanto tiempo separado. Ya comenzar con el First I look at the purse es toda una gozada, para recuperar joyas como Keep on Keepin’ on, I got nothing, la abrasadoramente trotona Midnight Boogie, el funk de Move your body, y los paseos por el Up the line de Little Walter, las recuperaciones que hicieron en su momento de Big Bird o Black cat, o su afán por las búsquedas con premio, como esa versión del It’s your voodoo working de Charles Sheffield. Sin tener aún claro si es una simple vuelta de celebración o puede convertirse en algo más, está claro que The Allnighters tienen un espacio hoy en día con derechos más que adquiridos.
Y en una noche con tanto calor humano, la píldora de inicio resultaba perfecta con Screamin’ George & The Hustlers. Sus andares cacofónicos, guturales y primitivos por un garage que igual bebe del You’re gonna miss me de 13th Floor Elevators que de los rasgueos de ácido suave de la Velvet (Pain), cada día que pasa y a cada escenario que pisan adquieren más consistencia. Superado sin problemas el cambio de batería, resulta tan reconfortante como perturbador encontrar no sólo las reminiscencias de manual, porque lo suyo es un disparo directo al rock&roll más salvaje, ese que un día gritaron Little Richard, Hasil Adkins u otro aullador del abismo, Jay Hawkins. Ahí reside su valor, en el recorrido en el que The Hustlers se adentran para recordarte que, ellos y nosotros, no somos más que animales. Ya, que usemos esa fuerza para la diversión, es cosa nuestra. Y de ellos.
Suena la corriente: "Communication" - Capsula
Suena la corriente: "Communication" - Capsula
Conciertazo!!! todavía nos queda el regustillo en los oídos.
ResponderEliminarEstuvo genial, y más estando con vosotros! Besos enormes...
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