No deja de ser sorprendente el poco ruido que está haciendo la vuelta de The Del-Lords veintitrés años después de su última grabación en estudio. Cierto que nunca fueron primeras estrellas. Cierto que su nuevo trabajo de precioso título, Elvis Club, no es un disco que cambiará nuestra concepción del rock’n’roll americano. (...)
Pero no deberíamos olvidar que cuando aparecieron a mediados de los 80, con aquel magnífico Frontier days, supusieron un adorable regusto a garage y rock’n’roll del de toda la vida, aún en el saco de lo que se llamó Nuevo Rock Americano. Y no deberíamos obviar que pasados estos 23 años en barbecho, continúan haciendo lo que saben, rock de guitarras, con canciones más que competentes, elegancia y fuerza. Vamos, que Scott Kempner, Eric “Roscoe” Ambel y Frank Funaro, acompañados para esta nueva encarnación por varios bajistas, siguen rockeando como solían. Nada más, pero tampoco nada menos.
Si en su momento sorprendió que un exmiembro de The Dictarors y otro de los Blackhearts de Joan Jett (otra que vuelve) unieran fuerzas en la recuperación y puesta al día de un rock clásico prácticamente arrinconado en aquellos años, desde entonces cada uno había seguido caminos más que interesantes. Kempner comenzó una carrera en solitario bastante oscura, en ocasiones acompañado de nuestros adorados Skeletons y en otras con sus propias bandas, The Little Kings y The Paradise Brothers. Ambel, más allá de sus aventuras con The Yayhoos, se ha creado una gran reputación como productor. Y Funaro no abandona sus baquetas en toda la estela Cracker (incluidas varias referencias de Camper Van Beethoven) así como acompañando a grandes como Dion o los propios Dictators.
Vamos, que hablamos de gente que sabe lo que hace. Y en este saber hacer parecen seguir la estela de compañeros de correrías como Dan Baird, tipos que no hacen alharacas pero resisten cualquier descarga eléctrica que sufren para trasladarla al oyente. Desde ese inicio plagado de riffs made in Earle de When the drugs kick in hasta ese final rindiendo espléndido homenaje a Neil Young con una gran lectura de Southern Pacific. Y entre ambas, el rock-blues de Princess y Me & the Lord Blues, los paseos más puramente blues de You can make a mistake one time o boogie de Chicks, man!, el rock’n’roll cincuentón de Damaged, los medios tiempos acústicos de All of my life y la preciosa Letter (unmailed) o esas tres joyitas escondidas, Flying y Silverlake con ecos a Petty y The Band y ese pegadizo pop-rock Everyday, reescrito a medias entre Kempner y el propio y en excelente forma Dion.
Lo dicho, discos como éste, que parecen sin ninguna pretensión, tienen más de una papeleta para hacerse fuertes en el reproductor. Sin ambiciones aparentes, pero con la solvencia y el amor de unos tipos de toda confianza.
*Compra el disco en la propia web de The Del-LordsSuena la corriente: "Everyday" - The Del-Lords
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