Parando el carro, sí señor. A todos los que alguna vez metieron en el saco del neo-soul a Black Joe Lewis les toca revisar un par de cosas. Que el de Austin bebe de las fuentes soul (entre otros abrevaderos), es indudable. Que es un nuevo valor descubierto en la mayoría de los casos a partir de Tell’em what your name is (2009), es algo que no podemos negar. Pero ya el descarnado golpe de éste anunciaba otras cosas. (...)
En Scandalous (2011) se atisbaba ese escoramiento más hacia el rhythm & blues de raíz eminentemente rock. El descaro eléctrico que sus discos han anticipado es algo más que pose y le distancia de muchos ojos azules vueltos hacia la disciplina del alma. Y comenzar con esa bofetada de Skulldiggin, con esos oscuros ritmos blues marcados por riffs de raigambre setentera supone un poner las cartas boca arriba a las primeras de cambio. Y luego se suelta con un Young girls, pura bazofia garagera de los 50 a ritmo trotón y desgarro vocal. Vamos, pura bazofia gustosa.
Y es que todo Electric slave hace honor a su nombre. Un disco crudo, en su grabación y sonido, en su ejecución instrumental por unos Honeybears esta vez desaparecidos del nombre pero presentes y excelsos en esa mezcla de guitarras demoledoras y sección de viento dando un contrapunto insospechado. Crudo y rudo en ese tono lo-fi y en esa garganta del propio Joe Lewis que fuerza y siente cada dos acordes. Sin olvidar los tonos funkoides de Dar es salaam, de Golem o de su tarjeta de presentación, Come to my party, algo tramposa por cuanto nos presenta puro ritmo disco y funk clásico, cuando la rodaja encierra pústulas de dolor ajeno. Ese que nace del rhythm & blues de garage en Guilty o en el modernista y skatalítico The hipster, o el blues de referencias cortantes de Vampire, con un ojo en los Black Keys, y en los aromas sureños de My blood ain’t runnin' right y Mammas Queen.
Lewis ha declarado que los esclavos del disco son quienes hoy van todo el día con sus cabezas hundidas en sus teléfonos y conversaciones únicamente por texto. Y en ese intento de escapar de esa modernidad, ha vuelto su vista a lo analógico, lo deliciosamente imperfecto del sonido, la altivez y chulería de quien prefiere mirar a décadas pasadas y barnizar toda la rodaja con un indefectible aire a Hendrix.
Y por lo que a nosotros concierne, ninguna pega, sino todo lo contrario. Aunque nos lean desde el móvil.
Suena la corriente: "Skulldiggin" - Black Joe Lewis
Suena la corriente: "Skulldiggin" - Black Joe Lewis
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