lunes, 28 de octubre de 2013

Lou Reed
Crónica sentimental de un adiós



Las canciones están ahí. Los libros están ahí. Las hemerotecas están ahí. Los datos están ahí.
La crónica sentimental de los dos tipos de esta barcaza está aquí.
Por Jaime G. López "Desperdicios" y Josetxo Río Rojo (...)


Crónica de Jaime G. López "Desperdicios"
Nadie te explica una de las cláusulas con letra pequeña del contrato con esa enfermedad que se llama rock and roll. No hay receta ni método para enfrentarse a las continuas pérdidas que van asolando la platea y masificando el panteón del género. Si existe el infierno allí abajo, se debe estar formando la banda mas acojonante que se pueda uno imaginar.

Llámenos ilusos pero no esperábamos tener que despedir a Lou tan pronto, o simplemente será que determinadas pérdidas nos enfrentan en el espejo con el paso del tiempo de una manera más brusca de lo que sería deseable. Por eso, lo que viene a continuación no es un estudio denso y profundo sobre los logros de Reed sino una versión reducida de lo que ha supuesto en nuestra vida. Otros glosaran  su obra con mas arte y ciencia, a nosotros hoy nos puede el corazón de rock and roll.

Y es que Lou estuvo allí desde los comienzos. Desde el mismo momento en el que en el 89, uno tenia 12, entró vía hermano mayor una copia del recién editado álbum New York de un tal Lou Reed. Me explicaron que era una leyenda aun mayor y anterior al gran artista norteamericano que entonces idolatraba. Eso fue suficiente explicación. Ni que decir tiene que el disco se convirtió en un favorito por méritos propios. Romeo Had Juliette, Halloween Parade, Dirty Blvd, There is no time. Temas que me han acompañado desde entonces y hasta este momento en que tecleo estas líneas. De golpe descubrí a Lou y lo que era el rock maduro de un artesano de canciones, un poeta, una leyenda. Esto me colocó en posición aventajada cuando el patio del recreo se empezó a llenar de camisetas con plátanos. ¿Conocéis el New York? La negativa era la respuesta habitual. Descubrí pronto lo que eran las cuestiones estéticas en el mundo del rock and roll.

Después, a la vez que uno iba descubriendo disco a disco sus clásicos junto a la V.U. y sus joyas en solitario de Transformer a Berlín, me topé con el grupo madrileño que marcaría la siguiente década de mi vida. Los guiños a la obra de Lou eran claros en lo musical, en la temática callejera y canalla y desgraciadamente también en los hábitos vitales mas viciosos del neoyorquino. Y así, por una épica mal entendida del lado salvaje, la falta de información y sobre todo la falta de referentes locales, dos de los tipos mas dotados en este país para las suertes del rock and roll nos dejaron antes de tiempo. Llámenlo inocencia, pero yo nunca se lo perdoné del todo a Lou y desde entonces mi relación fue algo mas fría. Al fin y al cabo, el dinero y la leyenda le habían salvado el culo. Ahora, su temprana muerte me demuestra que no, que solo ha sido cuestión de tiempo y de cierto exceso de suerte que Lou haya durado más.

Tampoco ayudó a querer al personaje esas entrevistas donde los ladridos del viejo resabiado nunca faltaban, o la mala leche con sus pares que le llevó a dinamitar la reunión con sus viejos colegas de la Velvet, Cale, Morrison y Tucker, igual que hizo con sus relaciones con sus iguales con quienes nunca fueron duraderas.  Un genio loco e intratable que se sabía especial y quiso jugar el papel menos simpático. ¿Y qué más da? Ahora solo quedará la música y no creemos que en eso tenga muchos detractores.

Por ello, a pesar de las rencillas personales, el buceo en los caminos secundarios de su obra clásica (Rocknroll Heart, The Blue Mask, Metal Machine Music) y coetánea (Magic and Loss, Ecstasy, Set the Twilight Reeling, Perfect night, The Raven) nunca se detuvo. Y entonces, Lou tuvo a bien acercarse a Bilbao y yo no dudé en encontrarme con el Rojo. Y aunque el auditorio no fuera el apropiado, él siempre estuvo a la altura.... Cómo no iba a estarlo con Fernando Saunders escoltándolo y ese repertorio donde siempre hubo paradas en el New York más allá de sus clásicos esculpidos en el imaginario colectivo de los amantes del rock and roll animal. Noches grabadas en la retina y que ahora vuelven en todo su esplendor cuando uno necesita agarrarse a los recuerdos para que la pérdida duela un poco menos. No nos importa tanto el hombre a quien no conocimos sino su música, que ahora ya queda enlatada en los discos, nunca más le veremos y escucharemos en directo.

Fundido en negro y aparece Lou en Blue in the face contándonos su invento ocular con su habla lenta, pausada, como recitaba cuando cantaba. Un icono de la ciudad de Nueva York como su amigo y héroe Dion Dimucci.

Adiós y gracias Maestro, que tenga un buen viaje. Para nosotros este Halloween no será lo mismo sin Ud.
Se cierra definitivamente el fundido mientras suena Halloween Parade.

Suena la corriente: "Halloween Parade" - Lou Reed




Crónica de Josetxo Río Rojo
La curiosa mente de un crío. Un puto crío que hacia finales de los 70 comenzaba a gastar sus pagas en comprar discos, su tiempo en escuchar programas de radio, su imaginación en pensar que podía ser parte de todo aquello, un mundo de guitarras, de sueños, de viajes, de canciones. Un crío que a falta de hermanos mayores, primos mayores, amigos mayores, picaba aquí y allá en lo que escuchaba, en lo que leía. Porque casi antes de empezar a comprar discos, comenzó a comprar revistas. Alguien me tenía que guiar. O necesitaba sentirme guiado por alguien. Y empiezan a caer las músicas, los discos, los conciertos. Y con la mente aún de crío metiéndose en donde no le llaman, algunos nombres a los que trata de acercarse con temor. Esa era la palabra. Velvet Underground y Lou Reed producían temor en quien no dejaba de ser un buen chico, aplicado y obediente. Uno pensaba que eso era meterte en otro mundo, en otro submundo, en otro inframundo. Y un día, la paga en el bolsillo, la determinación de ir a tu tienda, pillar el Plátano y esperar que el dependiente no te dijera nada de que mejor era no entrar en esos terrenos. Acercarte al viejo Dual Bettor de tu padre, el tocadiscos que mejor ha sabido reproducir cualquier sonido que me haya llevado a la cama, y descubrir que hay líneas tangenciales que unen belleza con drama, satisfacción con miedo, amargura con emoción, una mañana de domingo que termina con heroína.

Ya con el miedo asumido, la cosa fue ir siguiendo la madeja, de la Velvet y de Reed. Caen unos y otros sin sentido cronológico alguno, a impulsos. Y llegas a Berlin, y entiendes aquellos temores de chaval apocado. Deambulan de garito en burdel, de paliza en beso, de pico en raya, escribes en 2007 en estas mismas aguas con motivo del estreno de la película que sobre aquellas renacidas representaciones de Berlin se había realizado en el festival de cine de San Sebastián. Cuando escuchaste por primera vez Berlin, supiste lo que era la desolación, la agonía humana, la mierda. Y lo supiste de manera poética, lo supiste queriéndolo.

Y fuiste sintiendo con el paso de los años la importancia de un grupo humano como Velvet Underground. Alguna vez afirmaste ufano que nunca fue el grupo más famoso, que nunca fue el grupo más conocido, pero sí tal vez el grupo más influyente en la historia de la música precisamente para los músicos. Ya desde muy pronto con tus habituales exageraciones. O no. Y cuando en aquellos años 80 de oro lúdico, Derribos Arias te cantaban el Lonesome Cowboy Bill sabías que estabas en casa. Cuando lo del campo del Moscardó en Usera sabías que Reed era un cabronazo. Engreído y canalla. Lo era, como lo soy yo, lo eres tú, y lo somos todos. De no haberlo sido, seguramente hubiera hecho otras canciones. Y leías las entrevistas de Ignacio Juliá y te reencontrabas con el músico y el personaje.

Cuando en el 89 publicaba New York, había una novedad, ya era uno de tus hermanos menores con quien lo disfrutaste y envidiabas que tuviera un mundo oscuro por descubrir, oscuro y brillante. Cuando compraste el Metal Machine Music, te tragaste las cuatro caras de golpe, de noche, porque querías jugar. La última vez que le vi fue en el Palacio Euskalduna de Bilbao, con su taichí en escena, y con Ella a mi lado. Era una perspectiva distinta. El viejo y yo éramos muy distintos. Mejores?

Uno siempre se ha estremecido cuando en Hello It’s me se cierra el Songs for Drella con ese Goodbye Andy.
Goodbye, Lou.

Suena la corriente: "Hello It's me" - Lou Reed & John Cale




5 comentarios:

  1. Yo descubrí a Lou Reed y a la V.U. bastante tarde, a nuestra generación no le influyó tanto como a la anterior, es decir gente como Burning, Ana Curra, Loquillo. Pero pronto me di cuenta que, aunque Lou es un tipo eminentemente urbano y neoyorquino, es un elemento fundamental del "ecosistema" del rock. A mi me llegaron especialmente canciones como "Who loves the sun?" ("A quien le importa que el sol haga crecer las flores cuando me rompiste el corazón?" Y es que nuestras prioridades siempre han estado claras) y, por supuesto, aquel famoso paseo por el "lado salvaje", un lado que nunca nos abandonará. Adiós "Tío Luis", a menudo se mostraba muy arisco con la prensa y el público, pero los que le conocieron de un modo más cercano dicen que también tenía su lado cariñoso y entrañable, si bien podía pasar de uno a otro lado en un "click".

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  2. Anónimo2:25 p. m.

    se va mi gran heroe de la adolescencia (creo que en parte gracias a el no acabe suicidandome)
    Lou forever !!
    Carlos, de Ghana

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  3. Anónimo5:02 p. m.

    Mad totalmente de acuerdo en su tremenda influencia en los grupos nacionales de finales de los 70 y primeros de los 80. Lou era su gurú. Creo que el texto de Josetxo refleja un poco esa visión. A mi generación llegó después y de otra manera.

    Carlos ayer cuando me enteré de la noticia por la noche pensé en ti , cuando te pases por aquí nos echaremos un trago a la salud de nuestro amigo Lou.

    "Desperdicios"

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  4. Enorme todo pero hay una frase que la recuerdo antes de ir definitivamente a por el vinilo del plátano: "Uno pensaba que eso era meterte en otro mundo, en otro submundo, en otro inframundo." En fin, Velvet, Lou Reed, palabras mayores para siempre y goodbye.

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  5. Sinceros y sentidos textos , y es que ha sido un verdadero palo para todos los que amamos la cultura rock.
    Un Abrazo.

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