El rock como enfermedad. Escuchando una y otra vez sentencias como ésta y otras, uno se da cuenta de que Río Rojo se acerca demasiado al veterano con sus batallitas. Pero siendo de lleno lo primero y con amplia experiencia en lo segundo, tampoco es de extrañar. Eso sí, los motivos, la manera y la época en que uno cayó en la enfermedad y cuándo fue consciente de ello, varía de caso en caso. Y para unos músicos, el hecho debería ser más identificable. (...)
Como para Mikel Uraken, que con “14 años mis primos empezaron a pasarme cintas, yo me crié con el Rock Radikal Vasco, era lo que tocaba, el 90% de mi círculo escuchaba Eskorbuto, Cicatriz, todas esas bandas, luego vas evolucionando hasta hoy en día”. Por su parte, el francés Aurelian, batería que acompaña a Lemy River, asume que “yo nací ya enfermo, y me di cuenta muy joven, quería tocar con cinco o seis años, podía pegar en todo lo que hubiera, ya supe que me iba a dedicar a la música. Luego la enfermedad se fue haciendo más fuerte todavía”. A pesar de su juventud, o posiblemente por ello, Esteban, batería de Educados, reconoce que “de pequeño escuchaba la música que me ponían, pero ya cuando formamos el grupo, cambió la visión del mundo y me enganché”, y Ana, la cantante agradece que “la música siempre ha estado en casa, por mis padres, música muy buena, y un día te detienes y empiezas a fijarte en ella”.
Con excepción de Joseba Lenoir, aunque éste acompañado de percusión en formato one-man band, el bilbaíno Mikel Uraken es el único participante en esta semifinal del Villa en formato cantautor puro, con acústica y armónica exclusivamente. “Subirte a un escenario siempre da algo de nerviosismo, pero no impone, intento abstraerme de lo que hay alrededor y centrarme en lo mío. Siempre he estado tocando en bandas, con Loan grabé dos discos, pero estaba algo cansado, me picaba la curiosidad de hasta dónde era capaz de llegar yo solo con la guitarra acústica. Aunque a veces echas de menos gente que te oriente cuando te surgen dudas en la composición”. Ha autoeditado el disco Folk songs for tormented souls a través de su propio sello, Lehendakari Lee Records, “lo distribuyo principalmente en conciertos, mano a mano, no he tirado de tiendas ni distribuidoras porque ya no confío en ese mundo”. A pesar del título y del aura oscura que impregna buena parte de él, no se considera atormentado, “es una manera de componer, indagar en el lado oscuro de las personas, en nuestras penas y miserias” y considera referentes a MobyDick, José González, Bon Iver, Neil Young o David Eugene Edwards, una de las más claras. Aunque en directo priman las canciones más abiertas, menos sombrías, con aires en algunos casos cercanos a ritmos celtas irlandeses y melodías tan brillantes como las de The day of my funeral, que en ocasiones recuerdan a una de sus obsesiones. “El Nebraska de Springsteen siempre me ha influenciado, una demo que grabó en su cocina, ese concepto de austeridad, si es buena la canción la desnudez es tan válida como una banda completa”. Espera que el Villa sea “un buen espaldarazo, un buen escaparate, que me abra a más gente, a veces pecamos de minoritarios”, ya que donde ha tocado más es por Gipuzkoa, que considera que hoy en día “está un paso por delante de Bizkaia en la escena musical, es más fácil tocar en bares, en salas…”. Ahí queda eso.
Lemy River es el nombre artístico del tolosarra afincado en Barcelona Ibán Martín (también miembro de Peachy Joke), pero, y como él mismo reconoce sobre el escenario, hoy en día, con la participación de los franceses Aurelian y Lea, tiene espíritu de banda. “Aurelian puso un anuncio, soy músico, voy a molestar con el sonido, quién se atreve a compartir piso conmigo, y evidentemente, ahí estaba yo. A Lea la conocimos hace un año, por amigos, ella también compone y toca en directo. Yo tenía la idea, algunas canciones, y me apetecía tocarlas en público, nos juntamos y salió esto”. Y realmente salió hace tan poco tiempo que es el primer concierto que ofrecen, de primeras en las semifinales de un Concurso de Rock. Sin duda, un éxito. “Yo estaba acostumbrado a tocar rock, pero me apetecía jugar con elementos más acústicos, meter algún sintetizador, buscar sonidos. Las canciones son muy jóvenes, hay grabada una especie de maqueta casera, pero las baterías, los arreglos de Lea, los teclados, cambian la cosa por completo”. Bebiendo en fuentes eminentemente pop, consiguen en el escenario sonoridades hipnóticas, que en ocasiones, aunque admitan no conocerle, recuerdan al Soft Hand de Willard Grant Conspiracy. “Yo no soy cantautor”, diferencia Ibán, “estoy mucho más cerca de productores con mezclas en estudio y luego pasado al directo, me puede gustar una melodía de la voz más pop, pero luego mezclarlo con la electrónica, incluso con el hip hop, de hecho las baterías son muy marcadas”, a lo que Aurelian reconoce su influencia de la “electrónica, del breakbeat, unido al pop de Radiohead, Portishead, en esta década las inspiraciones vienen de todos lados”. Tanto que ellos, también técnicos de estudio, no rehúyen el uso de micrófonos antiguos para los loops, esperando que el Villa sea un buen principio y una fiesta para ellos, gente que vive “en el presente, y nada más”.
Entre los 20 y los 23 años, los bilbaínos (dos nacidos y dos colombianos residentes, ya se sabe que los de Bilbao nacen donde quieren) Educados son posiblemente el grupo más joven que ha tomado parte en esta etapa del Villa, y con 35 años esperan seguir siendo tan educados, “el grupo es nuestra institución, es nuestro proyecto de vida, la educación es nuestra esencia”. Pero que el nombre no lleve a engaño y le haga a alguno imaginarse un pop-rock sosaina. “Queremos que el grupo refleje nuestras vivencias, pasarlo bien, ahora que el cd está obsoleto, lo que vale es el directo, hay que ir a ellos disfrutándolo, contagiar a la gente nuestra música, que para eso es”. Y deben tener la lección bien aprendida a tenor del contundente bolo, enérgico, intenso, rugiente y a la vez fresco, una bofetada con un crisol de referencias enormes, perfectamente homogéneas a pesar de la diversidad, del power-pop descarado al hardcore, de ritmos duros al after-punk, tomando de este punk a secas la insolencia y provocación que siempre ha llevado en sus venas. “Nuestro máximo referente del mundo mundial son los Beatles, que nos han abierto el mundo musical a todos, a partir de ahí cada uno tiene miles de influencias, de Can al Aviador Dro pasando por Lou Reed, no queremos encasillarnos, sino desplazarnos a lugares”. Y Las Chinas, apuntaríamos, por esa frescura tan nuevaolera que atesoran. De hecho, miembros de esa naciente escena alrededor del Larraskitu Sound, buscan “superar muchas rivalidades que hay entre las bandas, buscar algo parecido a lo que nos llegó de la movida”. Y ese ir siempre “hacia lo que nos salga” les lleva a no parar sobre el escenario, con unos guitarra, bajo y batería desaforados y la provocativa inocencia de Ana a las voces. Buscan en el Villa la única intención de “darnos a conocer, buscar conciertos y conciertos, pensamos vivir de la música como sea, aunque sea tocando en la calle, interpretamos la vida con la música”. Y vendían su cd en edición personalizada y numerada! Divina, necesaria e insolente juventud.
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