Más de una vez hemos comentado el imperecedero espíritu lúdico del rock’n’roll. Ése que lo único que pretende es que olvidemos las horas grises (casi todas) que nos vamos comiendo durante la semana para que, al menos durante un momento, podamos decir y sentir que toda esta historia tiene algún sentido. Y si no lo tiene, al menos que no seamos conscientes de ello durante un par de horas. Rock’n’roll de fin de semana, bien lo saben los garitos americanos. (...)
Y Stacie Collins se ha pateado buena parte de ellos. Como bien anuncia, it doesn’t get much more alive than this. Exacto, eso es, pocas cosas pueden hacerte sentir más vivo que una simple noche de sábado llena de rock’n’roll. No pidas más, y no recibirás menos. La pantera de Nashville sabe de qué está hablando, tras sus inicios más country en su primer lp homónimo. Pero cuando esa música de raíz se pervierte junto a los ritmos honky-tonk, el rock más primitivo, el boogie, la suciedad de los Faces, y todo ello bajo el manto oscuro del blues, con su pátina de sentimiento arrastrado, nace la fiera. Bien lo sabe Dan Baird, que produjo sus dos siguientes discos, The Lucky Spot y Sometimes ya gotta. Bien lo saben The Scorchers, que en más de una ocasión han servido de banda de acompañamiento a la leona.
Esta Jason Ringenberg en femenino, pura brutalidad sudorosa, está presentando su nuevo disco en directo, Shinin’ live, bien escoltada por su marido y Scorcher Al Collins y por el guitarrista de los suecos Electric Boys, Conny Bloom. Siempre ha sabido rodearse de mala gente en el buen sentido del término. Pero su presencia en escena es tan hipnótica, tan anfetamínica, que poco pueden hacer ellos para desviar unas miradas que no quitan ojo a la tórrida Collins.
Con su estuche de armónicas preparado, se lanza a tumba abierta al rock’n’roll clásico y trotón de Baby Sister para empalmarlo con una crudísima versión, canalla y chuleta del Don’t care who knows de Willie Dixon. Sienta así el precedente que indica que bajo ningún concepto está allí para ir bajando el pistón, que irá acelerando por mucho que uno pueda dudar de la velocidad a alcanzar. Y lo hará a base de blues sucio, estableciendo duelos de guitarra y armónica en Hey Mister, meciéndose por el country de The lucky spot dedicada a sus padres, o subiéndose a la barra del garito para soplar su armónica, cantar y gritar su amor por el hard blues al ritmo del I ain’t got you de Calvin Carter.
Pero el huracán Collins también deja espacio a sus compinches, ya sea Conny Bloom o el propio Al Collins, interpretando un arrebatador If you wanna get to heaven de los viejos Ozark Mountain Daredevils que en este caso queda trasmutado a un brutal pelotazo de power-pop angelino.
Sus cartas están claras, tanto que despide el set con un meddley de Show your Mama y Jumpin’ Jack Flash para aparecer de nuevo y soltar el último órdago ganador con el imbatible It’s a long way to the top (If you wanna rock’n’roll) de AC/DC.
Nada más y nada menos que una espléndida Saturday night rock’n’roll party.
Suena la corriente: "Hey Mister" - Stacie Collins
Suena la corriente: "Hey Mister" - Stacie Collins
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