
Al final, entre minutos y horas, dicen que quedan los días, pero éstos se escapan huyendo entre meses y años. Uno se hace viejo, y no sabe cómo. Pero sí por qué. Esta efímera explosión biológica nace ya con fecha de caducidad, nace enferma, nace destinada a llegar al fin. A veces tarda, a veces se adelanta, a veces cuanto antes mejor. (...)