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Tengo amigos a los que veo cada unos cuantos años. En esos encuentros, la verdad, no perdemos mucho tiempo comentando cómo nos ha ido desde la anterior vez. Nos miramos, un par de frases resumiendo situaciones, y pasamos a lo que realmente nos interesa, el presente, el seguir compartiendo las cosas que nos unen y que hicieron que naciera una amistad que perdura a pesar de las distancias físicas y geográficas o las temporales interrupciones de contacto. No habrá roce, pero el cariño viene de hace mucho tiempo. (...)
Con The Fleshtones pasa algo parecido. Desde aquellos primeros años de los 80, en que discos como Roman Gods, Blast Off! o Hexbreaker eran compañeros habituales de las tardes de los viernes. Discos que unían el garage y el rock’n’roll a la urgencia de un chaval aún menor de edad. Y todo ello, con el manto de la juerga arropando el desbarre, ese sentido lúdico de la vida que tiene quien la tiene casi completa por delante. Desde entonces, ellos han seguido con su vida, que está en los surcos y en los escenarios, y yo con la mía (aunque a estas alturas aún no sepa realmente dónde está). Y cada cierto tiempo, nos vemos. Sin duda es uno de los grupos que más veces he visto en directo. Vale, ya nos conocemos, sabemos de qué pie cojeamos, pero no nos cansamos. O mejor dicho, yo no me canso de ellos.
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Haciendo lo de siempre, pero haciéndolo bien. El desbarre sónico que bebe del garage, del rhythm & blues, del rock’n’roll eterno, de las gotas del soul nacido de mentes en sospechoso equilibrio (o desequilibrio), de la urgencia de un punk que a la postre no entiende de edades. Qué importa seguir haciendo fiestas togas a los 60 años. El frat-rock es el intento de seguir siendo jóvenes siempre. Esta mierda dura dos días, joder. Tratemos de no amargárnosla. Y en escena, el torbellino habitual, ese que siempre es bien recibido. Esta vez sin flexiones, sin conga final con el público detrás hasta la calle. Pero girando todos como peonzas. Ellos y nosotros. Por qué coño no vas a entrar en el juego porque tú también prácticamente llegues al medio siglo de vida.
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Sus bailes, sus palmeos, sus panderetas, sus guitarras, sus bajos, su Bill Milhizer prácticamente tocando más tiempo de pie que sentado a su batería, los paseos entre el público de Keith Streng o Peter Zaremba cuando olvida su eterno Vox, sus chanzas, sus bromas, su rock’n’roll.
Habrá a algunos que les resultarán repetitivos, que ya no reirán sus gracias. A otros nos resultan desengrasantes, rejuvenecedores. Pero por si acaso, tratamos de no cometer el error de olvidar su música. Sus discos superan muchas medias de otras carreras longevas. Lo demuestran en los surcos y en la escena.
Seguimos igula de locos.
Nos volvemos a ver en un par de años. Seguro.
*Puedes hacer pre-reserva del nuevo disco a través de Yep Roc RecordsSuena la corriente: "Remember The Ramones" - The Fleshtones
*Ver resto de la gira de The Fleshtones en las Píldoras del Río Rojo
Una de nuestras tantas coincidencias: uno de los grupos que más he visto en directo y uno de los que no me canso. No te extrañe que coincidiéramos en algún bolo por Valencia o por Madrid en aquellos tiempos. Abrazo.
ResponderEliminarPues es hasta posible, pero con los Fleshtones sólo hay ojos y risas para ellos. Y rock'n'roll
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