viernes, 7 de marzo de 2014

Mabel Joy
Wish I Was (Hanky Panky Records, 2013 / org. 1993)
Desbordando emociones


Imaginemos un hipotético escenario (apocalíptico, sin duda) en el que, por un extraño virus, la humanidad ha perdido su capacidad de crear. El cambio a este orden desconocido, sin nueva música, ni libros, ni arte, haría sudar (de alegría a los habituales gobernantes, enemigos acérrimos de todo cuanto sea cultura) a todo aquellos que consideran la novedad como única guía. (...)


Otros, consideraríamos que la música, en sus muchos estilos, ya ha dado suficientes obras, maestras o menores, como para poder seguir alimentando nuestras más vitales necesidades. Pero es que además, el concepto nuevo adquiere muchas aristas. No tiene por qué ser un mero rango temporal. Cualquier música que no haya sido escuchada antes por el oyente, bien puede adquirir ese componente de novedad. Pero siempre, siempre, habrá gente empeñada en desentrañar los pasados y los presentes más sustanciosos, que, desgraciadamente, no han conseguido traspasar las líneas de lo público por la cerrazón de un mundo guiado por el destino de lo comercial. Genta capaz de encarar la vida hacia la búsqueda de todo aquello que, en su justo criterio, nunca mereció quedar en el olvido.

Sellos discográficos que hacen de este encuentro con el placer su camino vital hay muchos. Pero quede constancia aquí del papel jugado por la dupla Hanky Panky Records / Spring Records, que desde Bilbao, sin pararse a valorar la novedad como elemento temporal, parecen querer demostrar día a día que el amor por la música puede ser el eje sobre el que vertebrar una pasión que llama a ser compartida. No importa que sea de ahora mismo o de hace años. Importa lo que puede llegar a transmitir.

Recuerdo perfectamente la noche que su responsable, y amigo, Iñaki Orbezua, me entregó el disco de Mabel Joy, sin poder intercambiar siquiera unas palabras. Cómo, a las tantas de la madrugada, cuando empezó a sonar en el coche, uno quedó inmediatamente prendado de lo que salía de los altavoces. Y de nuevo sentías la emoción de escuchar una música, completamente desconocida para ti, por su simple valor, sin referencia alguna que pueda guiar (y en muchos casos distraer). Hombre, que el disco llegara a ti de las manos de las que lo hacía ya era un indicativo. Pero poco más.

Y poco más ibas a encontrar si acto seguido, ya al alba, buscabas algo de información en ese nuevo santoral de la credulidad que es internet. Sólo la guía que a modo de líneas interiores acompañaba al disco. Y es que además era un disco grabado en 1992 y publicado originalmente en el 93 por otros que tal bailan, Bam Caruso. Evidentemente, pensar que era uno más de los muchos discos que se te habían escapado, era lo normal. Lo anormal era que la inmensa calidad del mismo no hubiera hecho que algún resorte de la memoria te hubiera recordado al menos el nombre, Mabel Joy. Sí, parte del nombre de un disco, ‘Frisco Mabel Joy (1971), una de las cumbres de Mickey Newbury. También una canción de Newbury, Wish I was, podía ser la razón del título del mismo.

Lo increíble de la historia es que en pleno 1993, casi nadie hubiera hecho caso a esta extraordinaria delicia. Como ellos mismos reconocen, seis meses después de su publicación, apenas habían vendido cien ejemplares, en un Reino Unido convulsionado por los sonidos magufos de Manchester, su ciudad natal. Increíble porque Geoff Smith y Mark Brend, en labores compositivas y guitarrísticas, acompañados de Matt Gale al bajo y Tom Anthony a la batería, habían grabado doce joyas absolutas, doce gemas que se balanceaban entre la raíz del folk y la evocación del country, todo ello engalanado con las brillantes melodías del pop más atemporal, aquél que no pierde su vigencia así pasen los años.

Ya lo habían intentado anteriormente bajo el nombre de The Palace of Light, en los 80, con sonidos más barrocos (según lo relatado, ya que sólo hemos podido escuchar un par de canciones), entre Echo & The Bunnymen (la voz de Smith remite en más de una ocasión a la de Ian McCulloch), Aztec Camera o The Church.

Pero Mabel Joy es otra historia. Es música de una sencillez aplastante y a su vez con la complejidad de las obras totales. Si la referencia a Newbury queda clara desde el principio, también descubres los tonos que van del espíritu de Gram Parsons a las personalidades del primitivo Scott Walker y sobre todo, Tim Buckley, de quien versionan de manera soberbia Buzzin’ Fly, además de ciertos ecos a unos más contemporáneos The Waterboys o a los subyugantes ambientes creados por Mark Eitzel en American Music Club.

Las excelsas melodías, entre la tristeza y la evocación, pero con el aliento vital del mejor pop, de You don’t know, la imparable Always late, Do you know how to wonder o Words on the floor, plenas de guitarras cristalinas, sobrios toques de armónica y caricias de cuerdas, no hacen más que engrandecer cortes como la casi nana marítima de Pilot Ship, el aire juglaresco de Ships sets its sail (cómo la hubiera disfrutado Tim Buckley) o el contraste entre las cuerdas cortantes y los toques de piano de la inmensa Sylvan Road.

La injusticia de este mundo musical, ese hipotético virus del principio que no es tan ficticio, puede dejar de nuevo en la cuneta este extraordinario disco. Pero el que quiera evitar tamaño despropósito, tiene a mano el acceder a algo muy, muy especial.
* Compra el disco a través de Hanky Panky Records
Suena la corriente: "You don't know" - Mabel Joy

4 comentarios:

  1. ¡Muy buenos! Y bonitas hayas! Gracias por descubrirnoslos R.R.!
    Un abrazo y buen finde!

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  2. Una vez más ( y van.... ) debemos agradecer a Hanky Panky el que nos facilite el acercamiento a delicias sonoras como estos Mabel Joy que me tienen literalmente imantado desde hace dos meses ; larga vida a Hanky Panky y a Rio Rojo por airear cosas tan buenas .
    Un Fuerte Abrazo desde la ribera del Ebro !

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    1. Cómo me alegro que andes enganchado con esto, querido. Y sí, hay tantas cosas que agradecer a sellos así. La larga vida, para ellos, los demás vamos a rebufo.
      Abrazo fuerte!

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