*Autores: Jaime G. López "Desperdicios" y Josetxo Río Rojo
Cada uno tiene sus propias historias, batallas y recuerdos sobre la música de décadas pasadas, y cuanto más cercano es este espacio temporal, más pábulo da para la nostalgia. O, mejor dicho, para el simple recuerdo que, a modo de homenaje, uno hace a las fuentes entre las que empezó a juguetear con escenarios, discos y reproductores. (...)
Y ésta era la particular propuesta que el viernes hacía el ciclo Izar & Star, aprovechando la presentación del libro Neurastenia, escrito por Alberto Arzua, excomponente de Los Santos.
Cada uno tiene sus propias historias, batallas y recuerdos sobre la música de décadas pasadas, y cuanto más cercano es este espacio temporal, más pábulo da para la nostalgia. O, mejor dicho, para el simple recuerdo que, a modo de homenaje, uno hace a las fuentes entre las que empezó a juguetear con escenarios, discos y reproductores. (...)
Y ésta era la particular propuesta que el viernes hacía el ciclo Izar & Star, aprovechando la presentación del libro Neurastenia, escrito por Alberto Arzua, excomponente de Los Santos.
Particular por cuanto esta vez el ciclo proponía un reencuentro con varias de las bandas que en los años 80 comenzaron a pisar locales de ensayo y escenarios en Bilbao y alrededores. Ya sabemos que la simple neurastenia tiene su origen en una debilidad del sistema nervioso, y éste es proclive a mirar atrás con algo más que el solo cariño. El miembro de más edad de esta redacción empapada de agua no puede olvidar cómo, mientras la explosión pop de principios de los 80 le pillaba viviendo en Madrid, pudo un día acudir, supongo que sobre 1983, a los bajos del por entonces omnipresente Rock-Ola, llamados Marquee, a ver un concierto de Los Santos, con la emoción de poder disfrutar, por primera vez, de un grupo de su ciudad natal. Un grupo que además encajaba, con excelente calidad y orgullo Kinks, en el pop que por aquel entonces dominaba la capital. Aquel concierto se antojó fundacional, y no olvida la apostilla que el grupo soltó ante la demanda de algún bis, que somos de provincias, hombre, que no hay más canciones!. La memoria hizo atribuir aquel corolario perfecto y surrealista al bajista de entonces, López Iturriaga, pero, visto el pase del viernes, no cabe duda de que quien pronunció la frase fue el propio Alberto Arzua.
Éste, como maestro de ceremonias y elemento central de la presentación del libro, se encargó de introducir cada una de las bandas, haciendo gala de un humor muy personal, entre el surrealismo y la socarronería, brindando más de un momento glorioso (como esa definición de Kike Turmix como toda una banda en sí mismo!).
Los barakaldeses The Longboards abrieron con cuatro cortes plenos de instro-surf, y ejercieron menos de lo esperado como banda de apoyo. Bautizados por Arzua como Los Longobardos, asistieron casi en exclusiva a Isidoro en labores de guitarra y bajo. Zarama, representados por Roberto Moso y el batería Ernesto esta vez a la guitarra, en sorprendente formación acústica, repasaron tres de sus clásicos, con especial predilección por un Nahiko, su primer sencillo de 1982 y que pasa por ser un de las piedras angulares del primitivo punk vasco. Los Impecables, también en formación de dúo, con el hoy en día acompañando a Lee Perk Juan López, no olvidaron recordar a Tony Sheridan o su histórico Baile de Sociedad. Con Fase llegó al actuación más eléctrica y dura de la noche, y nos atrevemos a decir que de las más intensas. Los encuadraríamos dentro de aquel rock duro característico del sello Chapa, ejercieron contundentes con una sección rítmica de bajo de cinco cuerdas y batería golpeando con mazas (gran detalle), y al frente su líder y cantante se balanceaba orgulloso secundado por su vástago, que con una vintage Les Paul negrita ejercía de hacha solista. Los Santos comenzaron acústicos, con Biliyo al frente secundado por el Impecable Juan López (ambos grupos compartieron single en aquellos 80), para, ya con Arzua dejando aparte sus labores de presentador, encarar su clásico Tú, tú, tú para demostrar que era todo un pelotazo de pop poderoso, con una letra plena de doble sentido y surrealismo, una de esas canciones que hubiera merecido mejor destino. Rufus han vuelto a los escenarios recientemente, y eso se nota en su pop-rock de corte clásico, y no dejaron escapar canciones como Que paren ese tren o Revistas del corazón, clásicos menores de aquellos tiempos pasados. Isidoro presentó a una Colección de Puertas Plegables formada por Ernesto de Zarama a la batería más el guitarra y bajista de los Longboards, ejecutaron un reggae de intro, seguido de dos temas surf por estos autobautizados Zaramaboards.
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