miércoles, 28 de mayo de 2014

Chuck E. Weiss
Red Beans and Weiss (Anti, 2014)
El derrotado vencedor


Nunca se quitará el sambenito de ser el otro Tom Waits. Pero qué otro Tom Waits! El que pareciera que aún no ha abandonado la bohemia borrachuza, diletante, cool, marginal. El que aún malvive en las catacumbas de Los Angeles rodeado de humo y alcohol. Nunca se quitará el sambenito de ser el chico de Chuck E’s in love, la preciosidad de canción de la que le hizo protagonista Rickie Lee Jones cuando formaba pareja con Tom Waits y trío estos dos junto a Chuck E. Weiss. (...)


Y es que Chuck E. Weiss sigue siendo esa especie de marginado, en el sentido de outsider, el que va a su bola y hace las cosas cuando y como quiere. O cuando puede. Cinco discos desde 1981 no es una producción asfixiante. Aunque deberíamos decir cuatro, a su entender, que siempre renegó de esa colección de demos que publicó su supuesta compañía en el 81, The other side of town, harta de esperar a recibir las canciones definitivas. Fue, y de alguna manera sigue siendo, el espíritu del beatnik, del alma perdida cada noche y encontrada cada amanecer, del cantor gutural que, entre ironía, socarronería y surrealismo, traza una línea entre los seres del sol y los de la luna.

Y ya sabemos que en estas aguas, entre icónicas y de netas tendencias comercialmente suicidas, estos seres ocupan los meandros principales del Río. Así que hemos sabido esperar con ojos enrojecidos los siete años transcurridos desde su anterior 23rd & Stout. Y la espera no ha sido vana. Con la producción ejecutiva de su par, Tom Waits, y de la estrella de Johnny Depp, que incluso colabora con guitarras, batería y coros en varios cortes. Ojalá estos nombres sirvieran para poner en el firmamento mediático al lunático Weiss. Pero suponemos que ni  así.

Y el caso es que en Red Beans and Weiss no descubre nada nuevo, se tambalea entre lo sabido y lo esperado, pero lo hace con la grandeza de quien tiene claro adónde va. O adónde no va, mejor dicho. Abriendo con ese rockabilly primitivo de voz gutural de Tupelo Joe, enlazándolo estilísticamente con Dead man`s shoes. Pasando al ambiente de jazz oscuro que ennegrecería cualquier película de David Lynch en Shushie. Siendo más Tom Waits que el propio Waits en los blues arrastrados y sucios de Boston Blackie o de The Hink-A-Dink o garbeando por el boogie recitado de Bomb the tracks o el boogie funkeado de Oo Poo Pa Do in the Rebop. Recordando a los viejos y angostos cantares funk de Ian Dury en That Knucklehead Stuff o Old new song entremezclados con la esencia de un Sly Stone abrazado al Captain Beefheart. Lanzándose al rock sin máscara de la versión del descarte stoniano Exile on Main Street Blues o del divertidísimo honky-tonk Willi’s in the Pee Pee House, puro olor a alcohol y sabor a nicotina. O desmelenado en ese tex-mex Hey Pendejo, como si los Texas Tornados se hubieran hecho con la reserva de tequila.

Una frase de Boston Blackie resume este espectacular retorno, esta vuelta a encontrarte con uno de esos amigos de correrías a quienes recuerdas entre neblina ocular.
Una frase que lo es todo: Friends to those who have no friends.
Ese es Chuck E. Weiss.

Suena la corriente: "Tupelo Joe" - Chuck E. Weiss



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