*Autor: Jaime G. López "Desperdicios"
Cuando la discusión sobre el formato más adecuado para degustar la música sigue siendo motivo de opiniones encontradas, irrumpía Neil Young con el lanzamiento de PONO. Después de años de declaraciones incendiarias sobre los daños causados por la irrupción del imperio del mal de Apple y sus inventos, la nula calidad del formato MP3 y, de pasada, insultar a los adictos al formato popularizado por la firma de la manzana, resulta que Young sacaba su propio formato de compresión musical. (...)
Bajo el nombre de PONO y con una estética poco ergonómica y agraciada en su primer formato reproductor, Young anunciaba a bombo y platillo las bondades de su propuesta, además de poner en marcha una exitosa campaña de crowdfunding para sacar adelante el proyecto. ¿Todo bastante confuso, verdad? No tanto si hablamos del universo Young. Un hombre capaz de hacer una cosa y la contraria en escaso margen de tiempo. Sonados son sus virajes musicales que le han llevado del rockabilly a la música tecno en apenas dos discos. Cosa que por otra parte no debería ser tan sorpresiva si tenemos en cuenta que la obra magna del gran Young se ha movido entre el country folk más preciosista y el rock más salvaje y distorsionado. Pocos artistas existen donde convivan con total naturalidad dos perfiles tan opuestos y marcados.
Cuando la discusión sobre el formato más adecuado para degustar la música sigue siendo motivo de opiniones encontradas, irrumpía Neil Young con el lanzamiento de PONO. Después de años de declaraciones incendiarias sobre los daños causados por la irrupción del imperio del mal de Apple y sus inventos, la nula calidad del formato MP3 y, de pasada, insultar a los adictos al formato popularizado por la firma de la manzana, resulta que Young sacaba su propio formato de compresión musical. (...)
Bajo el nombre de PONO y con una estética poco ergonómica y agraciada en su primer formato reproductor, Young anunciaba a bombo y platillo las bondades de su propuesta, además de poner en marcha una exitosa campaña de crowdfunding para sacar adelante el proyecto. ¿Todo bastante confuso, verdad? No tanto si hablamos del universo Young. Un hombre capaz de hacer una cosa y la contraria en escaso margen de tiempo. Sonados son sus virajes musicales que le han llevado del rockabilly a la música tecno en apenas dos discos. Cosa que por otra parte no debería ser tan sorpresiva si tenemos en cuenta que la obra magna del gran Young se ha movido entre el country folk más preciosista y el rock más salvaje y distorsionado. Pocos artistas existen donde convivan con total naturalidad dos perfiles tan opuestos y marcados.
En fin, como todos nuestros lectores conocerán ya, la última apuesta de Young ha sido grabar un disco de canciones ajenas, hasta aquí todo correcto y loable, pero lo que ha despertado ríos de tinta, cuando no indisimulada indignación, es el hecho de que haya decidido grabarlo dentro de una vetusta cabina que graba a tiempo real sobre un disco de pizarra la canción interpretada. Un invento añejo ya desaparecido del mundo hasta que el bueno de Jack White ha encontrado (y arreglado) una para colocar en su tienda de discos de Nashville. ¿Quién le iba a decir al bueno de Jack que ni más ni menos que Neil Young se enamoraría de la idea y grabaría un largo en su interior?
Lo cierto es que dicho invento formaba ya parte del imaginario de la historia del rock and roll. Conocida es la historia de cuando Elvis acudió a los Memphis Recording Services de Sam Phillips (preludio de Sun Records) para grabar en una de esas cabinas una canción (My Hapiness) para regalar a su madre por su cumpleaños. Su interpretación llamó la atención de Marion Keisker, secretaria de Phillips, que le pidió que se pasara otro día cuando estuviera su jefe. Lo demás es historia.
Volviendo a Young y su Carta a casa, su apuesta parece fuera de lugar y tiempo. El sonido de la grabación es crudo y sin maquillar, viene acompañado del sonido de la aguja girando además de buenas dosis de sonido de polvo (el huevo frito) pegado a la interpretación. Y esto ha enervado hasta a los más enfervorizados seguidores del canadiense. ¿Qué necesidad había de utilizar semejante y vetusto sistema en estos tiempos de tecnología? ¿Por qué desaprovechar un disco de versiones que podían haber sido históricas con semejante desnudo y arcaico armazón?
En fin, no tenemos todas las respuestas, nos tememos que éstas están en la cabeza de alguien al que le concederemos la genialidad que ha demostrado hasta ahora. Sí podemos daros nuestra opinión y visión sobre el asunto.
En primer lugar hay un componente estético, suponemos. No es difícil imaginar que la colección de vetustas joyas de Young será extensísima, como la de cualquier compañero generacional dedicado a las músicas de raíces. La base de su música está en añejos discos de los años 30, 40 incluso 50, grabaciones que han sobrevivido al tiempo en formatos parecidos al que ahora nos ofrece. Los masters conservados en discos de pizarra, así que la única manera de escucharlos es con los sacramentos de este sonido. Seguro que para Young, lejos de parecerle un sonido irritante o molesto, es de lo más interesante y disfrutable.
Por otro, hay algo en la cruda interpretación que hubiera sido incapaz de conseguirse creemos con otros medios. Nos referimos a esa voz temblorosa a primera toma de un señor de su edad, a ese rasgueo al propio tempo de interpretar una canción a pelo en un espacio reducido. Toda esa crudeza hubiera desaparecido en un estudio. Se trata de un acercamiento parecido a las American Recordings de Cash, aquí está el músico con todos sus años, sus arrugas, el paso del tiempo y eso se plasma en estas grabaciones a primera toma.
El hecho de que se trate de versiones, de alguien que ha demostrado que no se le caen los anillos por interpretar temas de sus coetáneos, tiene también todo el sentido. Qué mejor manera de reinterpretarlos que hacerlos de manera cruda con toda su pureza y su grandeza sin necesidad de grandes ornamentaciones. Para eso ya están las interpretaciones en directo donde es habitual disfrutar de las revisiones eléctricas de Young. Además si este sonido tan crudo ha molestado a muchos, imagínense si se le llega a ocurrir grabar un magistral disco de inéditos, las quejas hubieran sido aún mayores. ¿Cómo se le ha ocurrido grabar nuevas canciones así?
Por cierto, para todos aquellos como yo que se habían preguntado cómo había sido capaz de grabar canciones con un piano dentro de una cabina y le hubieran surgido dudas de si no se trataría al final de una grabación en estudio normal revestida de capa de pizarra y aguja, la respuesta en el programa de Jimmy Fallon de la pasada semana, en la que se le vio tocando el piano con medio cuerpo dentro de la cabina mientras la cola del piano quedaba fuera de la cabina abierta. Genio y figura y como se despide de su madre en el recitado inicial esperemos que por muchos años, tiene muchas cosas que hacer aún aquí abajo.
+ Segunda Parte: la visión de Josetxo Río RojoSuena la corriente: "Since I met you baby" - Neil Young (Ivory Joe Hunter)
Escuchado el disco es un buen ejercciio de vrsiones. algunas mejor que otrascomo es normal. Correcto sin más desde luego no va aportar nada a la discografía de Mr Young Lo del sistema de grabación una boutade que no añade nada al disco que imagino que grabado en sistemas normales y con el mismo patrón tendría la misma impresión
ResponderEliminarMuy interesante tu entrada. Yo entiendo a Young, y no tengo nada que reprocharle, faltaría más... su idea me parece incluso romántica... Pero como oyente y seguidor de Neil Young no me interesa ni me atrae para nada este disco, no creo que aporte absolutamente nada a su música ni a mis oídos... Además, como me ha sucedido frente a todo lo que a publicado en los últimos años, creo que me compensa mucho más seguir acercándome a parte de su obra pasada que todavía no he tenido la ocasión de escuchar. A Young lo veo más interesado en satisfacer caprichos que en hacer buenos discos.
ResponderEliminarSaudos
Umm aunque hemos enfocado la tibia recepción de este ultimo trabajo de Young por la parte del sistema de grabación utilizado que ha focalizado la mayoría de los comentarios desfavorables, quizás deberíamos haber tocado el tema de las versiones. Creo que en le caso de los grandes popes el tema del disco de versiones está muy demonizado. Un disco de versiones de Dylan o Young tienen que ser un disco menor. Negamos la mayor , me resulta mas interesante Young recreando el Girl from the North Country en una ejecución que suena todavía mas vetusta que el original convirtiéndola en un himno atemporal que las veleidades experimentales que me pueda traer con Le Noise. Tampoco creo que se trate de satisfacer caprichos si no de no estancarse y repetirse. La obra clásica siempre estará ahí para su deleite.
ResponderEliminar" Desperdicios"