No nos cansamos de leer supuestos informes científicos o pseudocientíficos, peregrinas investigaciones de departamentos de ignotas universidades o comentarios de charlatanes de tres al cuarto sobre los más insospechados temas. Da igual que sea sobre patitos de goma vagando por el océano que sobre los comportamientos humanos una vez alcanzado el orgasmo. El caso es hablar. (...)
Por eso, cuando hemos leído acerca de una noticia publicada en la revista Frontiers in Behavioral Neuroscience, no hemos podido por menos que arquear las cejas. Según los científicos firmantes del artículo, se puede manipular el cerebro en base a estimulaciones profundas para conseguir que a alguien le guste un determinado tipo de música. Acabáramos! Ya me veo a las grandes discográficas preparando la nueva Bieberlandia expandida por la faz de la tierra.
Al parecer, mientras trataban a un paciente de nombre en clave Mr. B, víctima de un desorden obsesivo compulsivo, se le implantó un pequeño estimulador neuronal en el cerebro a fin de tratar de controlar su patología. Este buen hombre, según el estudio, no era precisamente un gran aficionado a la música, aunque le gustaban los Beatles, los Stones y las canciones cantadas en holandés (¿?????????????). Bueno, pasemos por alto este dato, que no dice mucho de su salud mental, seamos sinceros.
El caso es que mientras esperaban que el microchip hiciera de la suyas, descubrieron atónitos un importante cambio en su comportamiento. Estaba el bueno de Mr. B tranquilamente en su casa cuando escuchó una canción de Johnny Cash. Y cayó prendidamente enamorado de esa música, hasta el punto de comprarse toda la discografía y videografía del hombre de negro. Además, pareció convertirse en un experto, ya que tenía predilección por su etapa de los años 70 y 80, debido a la profundidad de su voz en ese periodo. Sólo tenía oídos para Cash, olvidando a los Beatles, los Stones y los dichosos holandeses.
Eso sí, cuando el chip implantado dejaba de funcionar o se quedaba sin batería, el tal Mr. B se olvidaba por completo de Cash, y volvía a su extraña tripleta.
Cielos, cielos y cielos. Acojonadito estoy. Que me guste Cash a morir, ¿debería hacerme sospechar si aquella operación de apendicitis fue un experimento encubierto?
Eso sí, si me ven tarareando cualquiera de Coldplay, sospechen, por favor.
Suena la corriente: "Ring of fire" - Johnny Cash
Suena la corriente: "Ring of fire" - Johnny Cash
Pues menos mal que el malvado doctor no se le ocurrió implantar un chip con cacalao u similares. bendito doctor
ResponderEliminarJoder, y yo pienso leches... si a mi me gusta Cash sin meterme el chip... seré yo el raro??? Está claro, un tipo al que le gustan los Beatles, los Stones y las canciones cantadas en holandés es un tipo peligroso y no es de fiar.
ResponderEliminarAbrazos truferos.
Si es que tanto nosotros, los pirados, como los científicos, otros pirados, no somos gente de bien. Y a mucha honra!
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