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Resulta complicado siquiera redactar unas letras sobre la última jornada de la temporada del imprescindible ciclo Izar & Star. Más que nada porque uno acudía sin esa pretensión, con la única idea de pasar un rato con su cabeza pensante, el infatigable Jerry Corral, con algunos de los músicos amigos que iban a subirse al escenario y con el poco público que hubiera decidido dar la espalda a los fastos del mundo mundial pelotero. Y alguna que otra razón musical, que explicaremos a continuación. (...)
Pero a la postre, se vivió una exquisita, delicada y elegante noche que bien merece el esfuerzo.
Pero a la postre, se vivió una exquisita, delicada y elegante noche que bien merece el esfuerzo.
Vayamos por partes.
Primero
Cass, o lo que es lo mismo, el alias (uno de sus muchos alias) del escriba musical Yahvé M. de la Cavada, prometía, acompañado de amigos, deconstruir viejos hits de la música nacional de los 80. Tarea realmente arriesgada. Y resulta prácticamente imposible describir lo que hicieron. Simplemente hay que escucharlo. Si decimos que interpretaron versiones de Duncan Dhu, Loquillo, Los Rodríguez, Alaska y Dinarama, Mecano, Los Secretos y Gabinete Caligari, más de uno pondrá un mohín de incredulidad y displicencia. Nosotros lo hubiéramos hecho, siendo sinceros. Pero es que Cass no hizo
versiones de esas canciones. Les dotó de una nueva vida, jugando con cambios melódicos y hasta espirituales. Las canciones están ahí, más allá de la idea con que las urdieron sus creadores. Es cuestión de cogerlas con cariño, queriéndolas a pesar de lo que puedan representar, y sacudirlas. El cambio es abrumador. No de otra manera se puede aceptar que servidor se arrumara con un Me cuesta tanto olvidarte o disfrutara de un Ni tu ni nadie de pura alma folk con gotas irlandesas, ambas acompañadas del violín de Ariadna Villate, además de la acústica de Yahvé. Antes nos había ofrecido tres canciones propias, llenas de esa desazón emocional que sabe transmitir con sus letras, su fraseo y su voz quebrada, y sus lecturas de Casablanca, Cadillac Solitario y Me estás atrapando otra vez caían de lleno en el mismo saco sensorial. Con Juan Ortiz a las teclas hizo una más deliciosa que nunca La mataré, puro desconsuelo, y un Déjame que llevaron a terrenos entre el jazz y el hony-tonk. Y con Dabid Martín al contrabajo y Pablo Almaraz soplando la armónica, engrandecieron Una calle de París y convirtieron en himno de raíz blues la de por sí espléndida Camino Soria. Como digo, casi imposible de contarlo. Usar los nombres de Earle, Van Zandt, Dylan y unas botas de cowboy para contar una anécdota y presentar una canción de Mecano es, sin lugar a dudas, una frikada de tomo y lomo. Escuchar el resultado, es asombroso. Las canciones tienen muchas vidas. Dylan lleva muchos años demostrándonoslo con las suyas propias. Y hay gente que sabe entenderlo.
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Segundo
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Razones más que de sobra para seguir confiando en un proyecto como Izar & Star.
Suena la corriente: "Camino Soria" - Gabinete Caligari
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