La cosa queda clara desde el título del disco. Billete de ida a Saturno o a donde sea, tal vez sin vuelta, que en destino uno se suele encontrar mucho más a gusto que en origen. Pero billete y viaje, al fin y al cabo. Porque lo que uno siente escuchando el nuevo disco de Julián Maeso es abandonar este grotesco 2014 y viajar a otra época que tendría sus muchos más y muchos menos, por supuesto, pero que se antoja confortable. (...)
Y es tal vez esta inmersión en valores musicales, anhelos pretéritos y miradas pasadas la que sorprende por su calurosa acogida en ambientes alejados de este tipo de viajes. Eso sí, One way ticket to Saturn es un embriagador baño en los miles de notas extraídas de un órgano Hammond que suena tan orgánico, acogedor y abrumadoramente sensual como lo hizo en sus décadas gloriosas, allá por los 60 y 70. Y es en esta década concreta en la que te zambulles, pero en absoluto con un espíritu simplemente retro. Aquí hay más, mucho más, que un mero ejercicio de estilo. Aquí hay un músico en plenitud con la capacidad de construir canciones y ambientes que alcanzan su propia identidad en base a su propia calidad. Es hora de dejar de hablar de pasados a la hora de referirse a Maeso, bien porque no le hacen justicia, bien porque su presente es tan esplendoroso que debe opacar cualquier comparación.
Su viaje comenzó con el enorme Dreams are gone, y de aquel abandona en parte el tono de lamento garage blues para lanzarse al frenético baile funky que tantas caderas dislocó en los años 70. Pero esa energía desbocada entre riffs sureños y titánicos bajos queda especialmente marcada en el arrollador comienzo con I must have been dreaming, Leave it in time o Someday maybe someday, donde puedes encontrar hasta paseos con Traffic o los viajes astrales conseguidos por John Lord a lomos de Deep Purple. Una auténtica y ponzoñosa textura a vinilo rancio pero inolvidable.
Pero ya en Get ready, get strong se sumerge en el más puro espíritu negro, da igual si es teñido de jazz como en esa canción, de ritmos trotonamente sureños en We can’t keep on waiting for good times to come (Mike Farris la adoraría con solo escucharla una vez), de viejo sabor sixties en What about Sad Jones, o de club nocturno en Through an earley honeymoon junto a Ken Stringfellow, uno más en la amplia nómina de músicos invitados. Y da igual porque cada una de ellas es una preciosidad rítmica y melódica.
Y esa negritud es superlativa en el maravilloso soul funk de One way ticket to Saturn y en su lectura deliciosamente soul del A change is gonna come de Sam Cooke.
Es un viaje al pasado que no pesa porque un disco como este nunca llevará fecha impresa.
Suena la corriente: "It must have been dreaming" - Julián Maeso
Suena la corriente: "It must have been dreaming" - Julián Maeso
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