A raíz de la participación de Los Fastuosos de la Ribera en el ciclo Izar & Star, rindiendo homenaje al Second Helping de Lynyrd Skynyrd, comentábamos en el Río su pertenencia de lleno a la sala de crónicos de los enfermos de rock’n’roll. Esas bandas de carretera y garito, que sudan rock por los cuatro costados, que entienden y celebran esta música como una válvula de escape que llega a convertirse en motor central de una vida. (...)
Lo son, sin ninguna duda. Porque llevan desde principios de los 90 haciendo sonar sus guitarras, pero ya antes algunos miembros habían pisado tablas y asfalto en grupos como Bazar Central y los recordados Los Clavos. Y tienen algo más que derecho a plantar cara al mito del grupo de bar, cuando lo que fluye entre sus acordes es puro rock en vena. Y tienen la valentía de hacerlo con un disco en el que dejar correr sus instintos.
Y Vidas Ejemplares es una obra directa, es rock con sudor, con las ansias del que sabe lo que se trae entre manos, es una excelente manera de dar un puñetazo en la mesa y situar al grupo un peldaño más allá, al centro de ese pasillo por el que corren quienes tienen algo más que decir. Para ello, casi han cambiado su nombre, reduciéndolo a un LFR que siempre irá unido a su ADN, a su chulesco Los Fastuosos de la Ribera. Chulesco y certero, porque su música nace de las esencias que los Stones y los Faces marcaron hace mucho, y ellos embadurnan con todo el bagaje del rock americano, el que corre de Petty a la transpiración sureña, del ritmo y blues a los diabólicos juegos carnales del Delta, pasando por los drugstore nocturnos que tantas veces patearon nuestros entrañables Burning.
No hay mejor manera de conseguir esto que a golpe de guitarras. Y las que suenan en Vidas Ejemplares son todo un lujo. Lacerantes y amargas, estridentes y dulces, arrastradas y enérgicas, pero con el regusto a clásico rock’n’roll de toda la vida, el que exuda rock y roll nacido en la entrepierna. Todo ello, arropado por los teclados de Alex Blasco, que otorgan pura energía orgánica, la guitarra de Pit Idoyaga (The Fakeband) y los coros de éste, Sara Iñiguez (Rubia) y el coproductor Saúl Santolaria.
Así, No me respondas tira de blues y funk, Un día, de ritmos sostenidos cercanos a los Heartbreakers, Cuestión de tiempo de riffs stonianos, Al otro lado de dureza sureña, El chapista sabe a callejeo oscuro, Sueños o demonios no evita la psicodelia setentera y Piénsalo bien te empapuza de un medio tiempo con sabor a pradera y Young. Y a todo esto, añaden dos versiones que demuestran mejor que nada lo que son. Un Jack Gasolina de Burning que certifica su denominación de origen, y una soberbia Let it ride de Stealers Wheel, recuperando a la banda de Joe Egan y Gerry Rafferty, tan injustamente olvidada en estos tiempos de continua recuperación, encajándola en su repertorio como si fuera suya y demostrando su fino olfato para las verdades del rock.
Y todo esto nos lo ofrecieron ayer presentándolo en el Antzokia, sin miedos a grandes espacios, demostrando su convencimiento en lo que están haciendo, sonando como se esperaba, con unos Montxo Gómez y Guillermo Hormaechea reviviendo las guitarras del disco, un Paco Hormaechea punteando el ritmo con su bajo y un Jorge Hernández como un metrónomo perfecto a los tambores. Recuperaron su vieja Dr. Voodoo, con el aire a oscura taberna de Nueva Orleans, recordaron a Bazar Central con No hay congo y una espléndida Amo de las sombras que también suena como pista oculta en el disco, y se marcaron una sorprendente, tremenda y soulera Broken Stone de Paul Weller. Todo ello antes de un fin de fiesta, ya con Pit Idoyaga junto a ellos en el escenario, que comenzó con Leit it ride al toque del piano y terminó a golpe de honky tonk en Oh Jenny, blues en Steady Rollin’ Man y rock’n’roll en Route 66.
Estamos convencidos porque sufrimos la misma enfermedad. Bendita ella.
*Contacta con Los Fastuosos de la Ribera para comprar su discoSuena la corriente: "El chapista" - LFR - Los Fastuosos de la Ribera
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