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La magia tiene sus propios vericuetos en los que aparecer, ella, tan altiva y compleja, tan cercana y a la vez inaprensible. Puedes esperarla un momento, un día o una vida, y puedes encontrarla o pasar ese momento, día o vida como el que busca eternamente a Godot. Y aún así, nunca será tiempo perdido. Porque el propio poder de la magia reside en su capacidad de jugar con uno mismo, de presionar la tecla particular y personalísima y hundirte en la más embriagadora de las sensaciones.(...)
No deja de ser una puta droga, que al igual que las químicas o naturales, no afecta a todos de la misma manera. En el mismo lugar, tiempo y estado, unos la habrán encontrado y para otros no habrá siquiera llamado a la puerta. Es su esencia y su poder, su magnetismo y su altanería.
No deja de ser una puta droga, que al igual que las químicas o naturales, no afecta a todos de la misma manera. En el mismo lugar, tiempo y estado, unos la habrán encontrado y para otros no habrá siquiera llamado a la puerta. Es su esencia y su poder, su magnetismo y su altanería.
Y podrás encontrarla en un entorno como el de la sierra de Gredos, en un pueblito como tantos otros, perdido y embaucador, como Hoyos del Espino. Y en un escenario montado entre un bosque de pinos. Y en un artista que es en sí mismo la esencia viva de la música americana, esa que tantos sabores y sinsabores es capaz de provocarnos a algunos, esa que de una u otra manera ha marcado nuestras vidas desde el mismo momento en que la conocimos. Pero más allá de eso, puedes
encontrar la magia en la propia médula de la música popular moderna, las canciones. Somos de los que vivimos por ellas, por unas canciones que no son temas, por unas canciones que no son tratados de historia, por unas canciones que no son biografías ni autobiografías. Pero que a la vez son todo eso y mucho más. Son canciones y quien quiera o pueda entender su esencia sabe que puede recibir su magia.
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Y que un concierto comience con Travelin’ Band, Green River y Who’ll stop the rain es magia pura. Es comenzar con el rock’n’roll eterno, con la agonía del blues, con la ampliación de horizontes del folk. Es saber que tienes en la mochila un cargamento de magia hecha canciones. John Fogerty lo sabe, y por eso sale a escena mientras suenan los acordes de Almost Saturday Night. Bien, nos va a ofrecer una simple noche de sábado, como él mismo dijo, we are here just for rock’n’roll. Solo eso, noche, sábado y rock’n’roll. Pero uno siempre ha creído que esas tres cosas conforman la auténtica santísima trinidad, porque siempre han tenido el poder sanador de la magia.
Y a partir de ahí, todo son CANCIONES. No se puede escribir sin mayúsculas. Porque la Creedence Clearwater Revival son en sí mismo el concepto encarnado del vocablo. Porque pocas veces ha habido en la historia mayor conjunción en tan poco tiempo de todas aquellas ramas, pop, rock, blues, country, folk, que conforman el ideario espiritual de un país y de la música que parió y a su vez le alimentó. Born on the bayou vuelve a buscar la humedad del pantano y Lodi suena extraña, mucho más sucia y agresiva que la original placidez a la que se enfrenta el músico varado en un pueblo perdido, esta vez americano, tomada directamente de la reciente revisión que Fogerty hizo junto a sus hijos Shane y Tyler en su último disco y grabada en Abbey Road.
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Pero como digo, es Fogerty, es el alma, el principio y el fin de lo que fueron y de lo que él mismo es. Y queda la bomba final. Quién puede terminar un concierto soltando el puro bubblegum de Down on the corner, el éxtasis de Up around the bend, un The old man down the road dejando lucimiento a su hijo y un Fortunate Son que hoy mismo suena tan rebelde, tan contestataria contra esa parte de la humanidad cuya existencia simplemente nos sobra pero que se empeña en pisarnos?
Pues alguien capaz de soltar un bis resumiendo toda una filosofía de vida. La suya y la nuestra. O la suya y la mía. La hermandad de Rockin’ all over the world, la naturaleza desatada de Bad Moon Rising y el simple orgullo de sentirnos vivos aunque cambiemos de vida, de lugar, de gente, porque Proud Mary nos recuerda que él con 69 años, nosotros con 20 menos, pero tanto él como nosotros, a pesar de todo, incluso de nosotros mismos, aquí estamos.
No sé por cuánto tiempo. Pero estamos.
Suena la corriente: "Bad Moon Rising" - Creedence Clearwater Revival
Suena la corriente: "Bad Moon Rising" - Creedence Clearwater Revival
Afortunado. solo la posibilidad que tiene el Sr Fogerty de un set lists de infarto permite señalarlo como uno de los más grandes del r'n'r
ResponderEliminarEs que lo es sin duda. No hay más que ver lo que se dejó en el tintero a pesar de lo que sonó. Sí, muy afortunado.
EliminarPreciosa reseña.CANCIONES, hablemos de ellas , lo demás no importa nada.Me alegro tanto de que la magía te tocará en el bosque, te lo mereces tanto. Un abrazo, me hubiera encantado llorar con vos en la que ya sabes, la de homenaje a Otis, la de la Light, la luz que da un repertorio insuperable.Ya me contarás todavía más detalles.
ResponderEliminarSabes que hace justo un año otra magia de otro pueblo y otro bosque nos rodeaba igual. Todo ello estuvo muy presente, como ese Light en el que hubiéramos llorado juntos. CANCIONES. Sólo eso necesitamos, y nada menos que eso... (te contaré)
Eliminary como sonaron esas CANCIONES... madre mía, entre 12000 almas era imposible vernos, además de que llegamos desfasados uno y otro. Lo de este hombre es increíble, es un tipo feliz y se le nota, y a nosotros se nos pone la piel de gallina. No se puede pedir más.
ResponderEliminarAbrazos.
Para los que no pudimos asistir es un disfrute imaginar esa mágica experiencia entre pinos con la lectura del presente. Abrazo my Lord of RR.
ResponderEliminarYo saqué la misma conclusión, me quedé con las canciones y me olvidé de todos los "peros" del festival.Un repertorio que derrotó a los móviles,al mal sonido y a la mala organización.
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