Una de esas sensaciones sobre las que uno tiene dificultad al tratar de expresarlas. Cuando una banda ya ha entrado en esa fase en la que son ellos los que controlan las canciones, los que las saben llevar a sus terrenos, los que ordenan… ya no son cuatro ansiosos que van detrás de su propia obra como corriendo. Son ellos los que mandan, no las canciones. Como digo, complicado de expresar, pero claro cuando has visto en directo en varias ocasiones a una banda muy joven que tiene aún mucho recorrido. Como es el caso de Educados. (...)
Y sí, notas el día a día, y cómo estos cuatro chavales van adquiriendo los galones, van siendo los que controlan el tempo del concierto, van tomando hechuras de cosa seria… sin perder un ápice de su energía, contundencia y frescura entre la inocencia y el descaro, el juego insolente y la provocación. Y no son Educados un combo más, con simples ganas de dar rienda suelta a unos gustos propios. Tienen el magnetismo que produce la extrañeza, esa forma de reconocer todos 
los palos de los que beben y aún así no ser capaz de identificarles en la exclusividad de ninguno de ellos, de asemejarse a unos aglutinadores, unos glotones que lo mismo bordean el hardcore sincopado en Take care well que descubres su absoluto fondo pop; unas guitarras rasgadas con la esencia del funk que reinterpretó Radio Futura, como en Esquizofrenia, o como unos Talking Heads hipervitaminados en Indie-genocidio; que lo mismo elevan el headbanging a forma de comunicación en Fase REM que vuelven a enfrascarse en la dicotomía inocencia / agresividad en Modelo Básico; que espolvorean gotas progresivas en Tendal, una canción que estrenan esa noche, o ensucian de fuzz Mexicana… Pero que incluso saben demostrar su apertura a territorios aparentemente inhóspitos para ellos, como cuando en The Sun se introducen en un rock bailable, casi de esencia electrónica sin el uso de ésta, y lo sacan adelante sin que chirríe lo más mínimo en su propuesta.
los palos de los que beben y aún así no ser capaz de identificarles en la exclusividad de ninguno de ellos, de asemejarse a unos aglutinadores, unos glotones que lo mismo bordean el hardcore sincopado en Take care well que descubres su absoluto fondo pop; unas guitarras rasgadas con la esencia del funk que reinterpretó Radio Futura, como en Esquizofrenia, o como unos Talking Heads hipervitaminados en Indie-genocidio; que lo mismo elevan el headbanging a forma de comunicación en Fase REM que vuelven a enfrascarse en la dicotomía inocencia / agresividad en Modelo Básico; que espolvorean gotas progresivas en Tendal, una canción que estrenan esa noche, o ensucian de fuzz Mexicana… Pero que incluso saben demostrar su apertura a territorios aparentemente inhóspitos para ellos, como cuando en The Sun se introducen en un rock bailable, casi de esencia electrónica sin el uso de ésta, y lo sacan adelante sin que chirríe lo más mínimo en su propuesta.
Y como muestra añadida de personalidad, encaran los bises con sendas versiones del Precious de Pretenders y del Helter Skelter capaces de no ser meras copias, de dejar abiertos caminos futuros…
Sí, es lo que tiene que una ciudad pierda su cordura una vez al año, durante una semana, y puedas encontrar los sonidos que buscas y necesitas en los garitos que ya tu sabes. Y disfrutar del delicioso set de U.B. Dolls, cuatro italianas prendadas del rock & roll primigenio, de los sonidos que nacieron en los 50 y se expandieron y quedaron para siempre, un rockabilly y una presencia que rinde tributo a la gloriosa estirpe de las pin-up, a las inalcanzables curvas adoradas por Russ Meyer, a la galantería y energía de cuatro señoritas que no rehúyen palos, del country al swing, del twang al surf, con la washboard o la batería a pie, del Ring of fire de Cash al Johnny got a boom boom de la May, pasando por sus rocks italianos, las botas hechas para caminar de Nancy Sinatra o la mala luna alzándose sobre una maravillosa lectura de Fogerty, o el Fujiyama Mama de la madre de todos, Wanda Jackson.
Sí, así da gusto.
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