Uno escucha la canción que abre esta joya de disco, Happy Sad, y automáticamente piensa que debería ser el final. Ese tono de fanfarria de garito de Nueva Orleans, que imaginas cantada a altas horas de la madrugada y con alta graduación alcohólica en el cuerpo, se antoja más una despedida que un inicio. Pero la letra es la que está poniendo todo en su sitio: I got a song that’s happy and sad, part of it’s good, part of it’s bad! (...)
Porque un disco con un título tan delicado y preciosos como este, If the roses don’t kill us, no hace más que llevar la marca de fuego de la propia vida de su autor, Chistopher Denny. Natural de Little Rock, Arkansas, él mismo admite haber comenzado a beber a edad tan temprana como suele ser habitual en el sur. Así que tras su debut, Age Old Hunger, en 2007, disco al que personalmente hemos llegado hace apenas nada, comenzó la grabación del Roses. Seis/siete años para arrancar, parar, tirar por la borda lo ya trabajado, volver a soñar con intentarlo, y todo entre un infierno de alcohol y drogas. Cuando recibieron, él y su mujer, un adelanto por el uso de una de sus canciones para un anuncio, decidieron que no había otra salida: limpiarse o morir. Que ahora haya aparecido este su segundo disco, y que atesore un grupo de canciones precisosas, y que parezca que Denny está en plena forma, responde a la cuestión que se plantearon. Ese renacer tan sureño, tan humano de cualquier parte, que también tuvo el año pasado en Jason Isbell uno de sus ejemplos, ha vuelto a ser capaz de trasladar unas canciones que tal vez lleven un tiempo compuestas, pero que ahora alcanzan toda su esencia y sentido.
Lo primero de todo es aceptar su peculiar voz, aguda, tipo falseto, que lo mismo puede recordar a Roy Orbison que remitir en los casos más extremos a Antony Hegarty. Pero no es problema si no se te atraganta desde el principio. La música que le acompaña es tan exuberante, tan orgánica, tan rudimentariamente campestre, que todo queda apaciguado por la misma. Denny lo llama Arkansas Soul, pero no es otra cosa que una amalgama de todo lo que ha madurado la raíz de la música americana, soul, gospel, rhythm & blues, country, folk, rock’n’roll, bluegrass… Cuando uno sueña con aquellas tardes y noches pasadas en aquella casa pintada de rosa, con Dylan y The Band dando simple rienda suelta a lo que sentían, uno piensa que alguna de las canciones incluidas en este disco hubiera tenido cabida allí mismo. Cuando uno piensa en noches oscuras llenas de humo en Nueva Orleans, sabe que varias de estas canciones nacieron de esos mismos vicios. Cuando uno piensa en negritud, piensa en un Christopher Denny que no lo es pero lo parece.
Joyas como If the roses don’t kill us la podían haber grabado The Band y hubiera sido uno de sus grandes éxitos. Pero es que la humildad de este tipo es tal que alguna de sus canciones nos traen directamente a cosas que tenemos muy interiorizadas... Watch me shine, Man a fool, Love is a code word, Our kind of love...
Pasará desapercibido, no obtendrá grandes reconocimientos, pero será, sin duda, uno de los discos del año, aunque sea de nuestro año.
Suena la corriente: "If the roses don't kill us" - Christopher Denny
Suena la corriente: "If the roses don't kill us" - Christopher Denny
Lo acabo de escuchar por segunda vez y no me puedo creer que sea tan hermoso, realmente fabuloso.
ResponderEliminarAbrazo.
Me alegro que te guste, Addi, y no me sorprende. Es un gran disco
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