*Fotos concierto: Eneko García Ureta - Rock in Focus
Hay días que no necesitan ser escritos porque merecen ser vividos. Así que uno abandona las urgencias que se autoimpone en la supuesta inmediatez de la noticia para recuperar lo que fueron un día estos papeles, meros depositarios de emociones personales, desnudo nunca integral de quien a veces comparte demasiado.(...)
Pero es que además, volvías a escuchar, a ver, a saludar a José Ignacio Lapido, y por una vez, tal vez querías simplemente sentirlo. Porque sí, un día le llamaste refugio emocional del rock, y lo mantienes.
Hay días que no necesitan ser escritos porque merecen ser vividos. Así que uno abandona las urgencias que se autoimpone en la supuesta inmediatez de la noticia para recuperar lo que fueron un día estos papeles, meros depositarios de emociones personales, desnudo nunca integral de quien a veces comparte demasiado.(...)
Pero es que además, volvías a escuchar, a ver, a saludar a José Ignacio Lapido, y por una vez, tal vez querías simplemente sentirlo. Porque sí, un día le llamaste refugio emocional del rock, y lo mantienes.
Y cada vez que te acercas a sus canciones, vuelve a rodearte todo ese laberinto de sensaciones, de historias vividas o soñadas, de metáforas nunca imaginadas y eternamente envidiadas, de CANCIONES con mayúsculas, de esas que no sirven únicamente para escucharlas o incluso disfrutarlas, sino de las que dejan un poso mucho más profundo en la vida de una persona, de las que se unen a lo que uno realmente es. Cosas así no siempre ocurren. De hecho apenas ocurren, sería casi emocionalmente imposible aceptarlo a grandes sorbos. Pero cuando sí, son de saborear. Sin embargo, esta vez no todos los galones han de ser para Lapido, en una gira que bajo el nombre de Soltad a los perros (Kafe Antzokia, 15/11/2014) le une en igualdad de condiciones con Quique González. Otro que ha reconocido en más de una ocasión su deuda moral y emocional para con Lapido, y que, marcado por un éxito popular muy superior al del granadino, ha decidido unir fuerzas con éste tal vez para poner en común públicos propios y ajenos, tal vez para ofrecer espaldarazo comercial o, tal vez simplemente, ojalá, por el placer de girar juntos, de cantar juntos, de sentir juntos. Por eso la experiencia trata de no ser un simple pegote de dos artistas defendiendo alternativamente repertorio y banda. Por eso comparten músicos a partes iguales, Raúl Bernal, Víctor Sánchez, Edu Olmedo, Pepo López, con la presencia neutral de Ricky Falkner; por eso intercambian canciones, cantan partes compartidas, se aventura cada uno en los senderos del otro; se piropean y entrelazan a base de versos; y homenajean, ya sea a 091, aquellos orígenes que ya anticipaban lo que vendría después, con una soberbia Nubes con forma de pistola, ya sea a Enrique Urquijo, que a su vez lo estaba siendo en esos momentos también en Madrid, con un Hoy no de puro regusto a Los Problemas. Pero las canciones son de cada uno, y cada oyente las ha interiorizado de manera acorde a sus intereses emocionales. Esto no es una lucha, o Quique o Lapido, ellos no lo quieren así. Uno disfruta de ese espléndido Me agarraste, y crees ver que ese punto de falla eléctrica que en ocasiones pudiera achacarse a Quique González, está aquí en todo su esplendor, de la épica del rock americano de Kid Chocolate, el puro rock’n’roll de Hotel Los Ángeles o la tensa y arrastrada En el backstage, en una selección que huye de facilidades y centra mucho en los hallazgos de La Noche Americana. Y sin embargo, uno debe reconocer que es capaz de emocionarse hasta extremos que sólo él cree conocer con los Ladridos del perro mágico, el teclado desbordante de Luz de ciudades en llamas, la tremenda Antes de morir de pena, toda tensión contenida, El más allá, tan puramente la esencia de la música de Lapido o el gusto de ver y sentir a la gente desbordada en Cuando por fin, en un repertorio que, por su parte, basó más en discos como De sombras y sueños y Cartografía.
Pues sí, tras decir que tal vez no merezca la pena escribir, escribimos. Pero ya lo dice nuestro refugio, en cada lamento que se hace canción, hay versos que sangran…
Pero el día había comenzado con paradas y fondas en las letras a ritmo de rock. Así, en un Power Records con la mágica ilusión de un lleno total en una tienda de discos, nuestro querido Eduardo Chinaski Izquierdo presentaba su desde ya imprescindible Bob Dylan. La trilogía del tiempo y el amor, membrando al Dylan renacido a raíz del Time out of mind, charlando con el no menos querido Joserra Rodrigo, y escuchando, bien a un Quique González con su lectura castellanizada, ¿Es tu amor en vano?, del Is your love in vain, bien a The Fakeband regalando a su vez Don’t think twice o un precioso Love Minus Zero antecediendo a sus propias Everything but love y Way up north.
Y si a esto le unimos el compartir el día con otros queridos enfermos del mismo virus, de verdad, no deberíamos escribirlo. Solo vivirlo.
Suena la corriente: "Ladridos de perro mágico" - Lapido
Suena la corriente: "Ladridos de perro mágico" - Lapido
:-) Comparto tu admiración y tu emoción. Gracias por describirlo de una manera tan bella.
ResponderEliminarGracias a ti por participar y por tener un nick tan bello
EliminarImagino ese "Hoy no" de Urquijo y comprendo tanta emoción en tus palabras, my Lord of RR. Grandiosa crónica. Abrazo.
ResponderEliminarEl "Hoy no" lo interpretó a solas Quique junto a su guitarrista, recordando que en ese momento en Clamores en Madrid se le homenajeaba, y sí, fue un lujo...
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