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jueves, 6 de noviembre de 2014

Tweedy
Sukierae (dBpm Records, 2014)
Invitación familiar


Suele ocurrir, esa sensación de ir cayendo en un disco con tiempo, de ir dejándole que vaya esparciendo su líquido medular, que él mismo vaya viendo si es capaz de llegar hasta el mismo tuétano o es necesario ir retirándose poco a poco de un lugar en el que acaso no sea bien recibido, en el que los anticuerpos opongan una excesiva resistencia. Pero cuando se expande y conquista territorios, el placer del nuevo súbdito es inmenso. (...)

Y reconozco que Jeff Tweedy, prácticamente en todas las facetas en las componga músicas, escriba letras y luego las cante, termina consiguiendo el efecto. Este Sukierae habrá pasado más desapercibido de lo deseado. Ya sabemos que tocan épocas en las que parece que mirar con el gesto adusto y los ojos entrecerrados, descreídos, hacia Tweedy es lo que toca. Incluso servidor, a las primeras escuchas, llegó a pensar que si en lugar de doble, hubiera grabado un disco sencillo, de unas once canciones, éste hubiera sido de caerte de espaldas. Efectivamente, lo hubiera sido, y seguramente hubiera conseguido mayor visibilidad. Pero no hubiera sido Sukierae, y a la larga, no hubiera alcanzado las cotas de enganche emocional, que al fin y al cabo, es lo que uno busca en la música grabada.

Si hablamos de eso, de la grabación técnica, lo que empezó como un proyecto personal de Jeff Tweedy, en el que él mismos iba a tocar todos los instrumentos, derivó en una colaboración con su dieciochoañero hijo, que le estaba echando una mano en las baterías. Ojo, no nos equivoquemos, Spencer Tweedy ya había aparecido en discos de Mavis Staples, Sarah Lee Guthrie o White Denim, aunque hubiera llegado a alguno de ellos de la mano de su padre. Pero ni mucho menos es un chavalín que estaba tirado en el salón y al que su viejo lo coloca bajo su ala (o al menos no es sólo eso). Y además, el toque sincopado, cortante, rítmicamente resquebrajado, con mucha sonoridad progresiva, con el que acompaña estas canciones, las dota de una voluptuosidad muy especial. Incluso en los casos más experimentales, como Diamond Light Pt. 1, llega a convertirse en el completo elemento central. Las aportaciones corales de Jess Wolfe y Holly Laesigg (ambas de la banda Lucius), y las ayudas varias del enorme Scott McCaughey son pequeños bocados adicionales que acompañan a un Jeff Tweedy que llega a realizar un exultante trabajo en el bajo, más que en la guitarra.
Pero es que es la esencia del disco, ese aire casi a demo, en ocasiones simplemente batería y bajo, a cinta casera sin pretensiones grandilocuentes, las mismas que hoy en día rondan todo lo que lleve la marca Wilco. Aquí parece todo cercano, todo caliente, todo abrazable. Canciones como Wait for Love, Low Key, la pura esencia de los Wilco primitivos de Sumer Noon, el country-vals de New Moon, ese Pigeons acompañado solo de acústica en el que parece hablar directamente a su hijo, ese casi recuerdo a Lou Reed en I’ll sing it…, canciones como éstas serían capaces de llenar álbumes que a su vez nosotros llenaríamos de alabanzas.

Y si hablamos de la grabación emocional, del hecho de que la madre de Spencer y mujer de Jeff fuera diagnosticada de linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer, durante la gestación del disco, dota al conjunto de un aura melancólica, de ensoñación por tiempos mejores, de tristeza y esperanza…, y todo ello con esa lírica de la que es capaz Tweedy, llena de sobresaltos emocionales en cada verso.

Así es Sukierae, apodo cariñoso que recibe la madre y esposa, como una invitación a bailar, escuchar e inmiscuirse en el mismo epicentro de una familia.
Una sensación extraña, pero placentera y emocionalmente satisfactoria. Mucho más de lo imaginado.

Suena la corriente: "Wair for love" - Tweedy



5 comentarios:

  1. A mi gusto sin que el disco este mal me parece un poco monotono y le falta algo de mordiente. Se escucha gratamente pero luego ne me ha dejado poso a lo mejor es cuestión de no prestarle la suficiente atención

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  2. Busco y vuelvo a este post para darte la razón. Tomé nota de tu aviso a navegantes (sólo lo había escuchado un par de veces sin prestar mucha atención) y ayer me metí de lleno. Yo, a mi ritmo.
    Gracias y besos, querido río rojo.

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  3. Es que es posible que necesite tiempo, pero si se lo das, te lo devuelve a base de mucho gusto. Siempre vuelvo a Tweedy.

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  4. El año pasado flipé con el disco de Low que produjo. Me lo compré en vinilo y lo escucho con muchísima frecuencia. Me sorprende que apenas nadie le diese bola, en mi opinión es un discazo, hermoso hasta decir basta.

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    1. No puedo por menos que darte la razón con ese disco, una vez que te metías en él, era para quedarse

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