A ver, caminar por senderos abstrusos, áridos, conceptualmente restringidos a una serie de señales viales propias de su sonido, nunca significó para Arizona Baby el quedarse enclaustrados en los estrechos márgenes de un género. Su visión de un folk rugoso, trotón, con alma de desierto y resto de arena en la comisura de los labios no fue óbice en su caso para dar un salto que no muchos consiguen. (...)
Y así, en nada les vimos actuando ante grandes audiencias, reclamados por públicos formalmente alejados de sus propuestas pero receptivos a su mensaje, avanzando paso a paso y, cómo no, creando nuevas susceptibilidades en quienes sí deberían atender su predicamento. Un clásico, vamos. Y así empezabas a oír aquello de la estrechez de margen de su propuesta, que parecía terminar en sí misma apenas había comenzado. Bueno, si el público mayoritario, siquiera empujado por otras luminarias folk muy alejadas de los pucelanos, seguía respondiendo, bien podían continuar ellos la senda.
Pero saltar las vallas de tu zona de confort e integrar lo que sin duda supone tu seña de identidad con otras sonoridades, con otras intenciones, con otras ambiciones, y que todo siga remitiendo a tu propia esencia, eso ya es exclusivo de los elegidos. Y en esta casa no dudamos de que Javier Vielba y Rubén Marrón, con las compañías que ellos estimen en cada momento, lo son. Y escuchar este Secret Fires supone volver a encontrarte con Arizona Baby, está claro, pero con unos tipos que te gritan, susurran, cantan o escupen a la cara que son capaces de ser ellos mismos y a la vez, mucho más. Asombroso.
Comenzar con Real Lies es hacerlo con una especie de folk progresivo con toques hard (y todo con acústicas!) que lo mismo te lleva a los Zeppelin que a Pearl Jam, la entrada en el disco remite más a lo conocido, It helps if you sing, a lo que empiezas a intuir como cambio pero que aún se basa en el folk duro de raíz, Wooden Nickels, y a las melodías pop que comienzan a despuntar inocentes, Gather round the fire. Para cuando llegas a Don’t look back (on yesterday) y te encuentras con ese pop coral que bebe de los 60, de los Beatles y los Beach Boys, de la costa oeste y de algunos guiños neoyorquinos, todo a ritmo de vals, ya eres consciente de que lo que tienes entre manos es muy especial y diferente a lo que la mayoría hubiera esperado. Y la cosa ya va tan rodada, que acto seguido ofrecen los casi siete minutos de Create your own God, una especie de suite en varios actos, compleja en estructura y temática pero en base a simples ritmos que beben en los 70 y los 90, para tras volver a lugares conocidos con Owners of the world, esto es, country-folk con alma de boogie, encarar una recta final sorprendente.
Porque sorprendente es el puro ritmo a sixties beat nacional de New Road, o ese rhythm & blues arrastrado parido en un garage, con teclados orgánicos, musculatura Them, vicio Doors y carnal humedad de la preciosa My Love, o la fusión de los genios de Johnny Cash y Paul McCartney en Here today, gone tomorrow, o ya que estamos, la explosión funky-soul de Time to go o la tensión épica de Word after word, con sus reminiscencias hasta a aquellos sonidos que en torno a Canterbury fueron.
Sorprendente sí, pero ojo, todo, todo, sonando puramente a Arizona Baby.
Lo sabíamos, queridos. Y lo esperábamos.
*Compra el disco a través de tu dealer habitual o en la web de SubterfugeSuena la corriente: "My Love" - Arizona Baby
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