No deja de ser algo realmente envidiable que un creador sea capaz de revelar lo que él mismo es en un simple momento de lucidez, en apenas cuatro minutos. Todos aquellos que alguna vez hemos imaginado la capacidad de crear algo mínimamente coherente y válido, lo hemos soñado acompañado de la capacidad de reafirmación personal. El sur de Armenia, la canción, fue presentada por Bilillo como la esencia de esta actuación, de este disco y de mi vida. (...)
Y eso es exactamente, ese lugar tan ficticio como real en el que un autor es capaz de encontrarse, de entenderse, de reflexionarse, de resguardarse y de reivindicarse. Gusto daba verle gritar de manera desgarrada, a cada estrofa, el nombre de ese lugar.
Y eso es exactamente, ese lugar tan ficticio como real en el que un autor es capaz de encontrarse, de entenderse, de reflexionarse, de resguardarse y de reivindicarse. Gusto daba verle gritar de manera desgarrada, a cada estrofa, el nombre de ese lugar.
Una canción de esas que hacen todo un disco. Y que sin embargo, tal vez no sea si quiera la mejor del propio trabajo al que da nombre. Porque ahí mismo, un poco más adelante, puedes encontrarte con la que seguramente sí sea la mejor canción en castellano de todo el año. Una Alegría y Felicidad capaz de aunar de una manera bella, dulce, delicada, el sinsentido vital al que la madurez de la edad adulta nos conduce, ese saber que las utopías juveniles están más que amortizadas. Una sola frase, Alegría y felicidad fueron a comprar tabaco, nos deja clara tanto su ausencia como el deseo de ellas. Esa puta felicidad a la que Josele Santiago se refiere como enfermedad tremenda en una charla con Ignacio Juliá que justo leía esa misma tarde en el último libro de éste. Pero es que todo El sur de Armenia de Bilillo y Los Sullos está trufado de frases propicias para la reflexión y el sentimiento. Desde los lapidarios sólo a veces nos visita algún dios, sólo a veces merecemos su atención (Sólo a veces) o las miserias son el agua donde Dios se va a bañar (Quitando importancia), al sincero me siguen mis amables vicios, tan fieles como yo lo he sido a ellos (Subiendo lentamente al cielo) o a ese anhelo de energías pasadas trituradas por la decrepitud física y psíquica de no hace tanto tiempo que los versos conseguían celebrar (Tierras baldías). Sin miedo a exageración, y caminando por terrenos aún más secundarios, más minoritarios, menos reconocidos, la lírica de Jose Ignacio Dermit, Bilillo, empalma directamente con el trasfondo emocional de un Lapido, para convertir a ambos en dos abrevaderos de sentimientos a golpe de guitarras y melodías. Porque naciendo como nacieron estos mimbres en aquellos Los Santos de los años 80, es el pop por encima de todo, el sentido rítmico, melódico y armonioso del pop el que entrelaza todas estas frases, pensamientos, ideas, para ofrecer un todo, un disco, que resulta vivificante, sentimental en su amargura, necesario en su plenitud.
Y con los apoyos de su hoy en día esencial Edu Basterra, de los Santificados Juan López y José López Iturriaga y de la batería de Galder, presentaba el viernes pasado este Sur de Armenia en su totalidad, con la urgencia del directo, la lucidez del experto, la inocencia del aún curioso, la socarronería del cínico, presentando la deliciosa Domingos con ese hay algo peor que la muerte, una tarde de domingo en Bilbao, la reafirmación del apátrida, con un Virus nacional tangente al viejo Amor Zulú también interpretado, la ironía del lúcido, en un Vivo en mí que es puro Santos, lo más Santos que ha hecho en años. Y recuerdos para La posada de la muerte, para La Chica del torrejón…
Y sobre todo, un Tú, tú, tú al que ahora podemos transmutar, ahora sí sabemos lo que queremos.
Beber juntos la última botella de licor destilada en el sur de Armenia.
* Compra el disco a través de tu dealer habitual o en la web de BililloSuena la corriente: "Alegría y felicidad" - Bilillo y Los Sullos
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