El juego del destino, el que hace que nuestras líneas se junten con las de otros, seres sociales como somos, y así vamos tejiendo nuestras redes, sin saber nunca por dónde romperán. Se va Ian McLagan a los 69 años, y nunca se hubiera hablado tanto hoy de The New Barbarians si no hubiera acontecido lo de ayer. (...)
Porque allí, como apoyo a Ronnie Wood, andaban el propio Kizz, Stanley Clarke, Ziggy Modeliste y sí, Ian McLagan y Bobby Keys. A Keys le despedíamos ayer. Hoy a McLagan. Los hilos de un destino que no nos pertenece, porque no somos más que puntadas en una historia total creyéndose cosidos necesarios para el discurrir de la misma. Y no. O no, los que somos meros mortales. Otros, McLagan entre ellos, quedan porque permanece su obra. Y ésta es tan necesaria como el comer.
Se hablará de The New Barbarians. Y se hablará de gente con la que ha colaborado, como se hacía ayer con Keys. Mick Taylor, Paul Westerberg, Bruce Springsteen, Jackson Browne, Chuck Berry, Bob Dylan Joe Cocker, Black Crowes, Warren Haynes… Pero es que incluso este año, en el que se iba a largar insospechadamente, le tuvimos muy presente en nuestros oídos. Hace nada hablábamos en el Río del último trabajo de Lucinda Williams, Down where the spirit meets the bone, donde suenan las teclas y pianos de McLagan. Este verano escuchábamos el disco homónimo y debutante de unos veteranos bajo el nombre de The Empty Hearts. Pildorazos de power-pop y rock’n’roll de la mano de Clem Burke de Blondie, Elliot Easton de The Cars, Wally Palmar de The Romantics y Andy Babiuk de The Chesterfield Kings. Y siendo ellos cuatro, había un Empty Heart en la sombra, como tantas veces, dando sentido orgánico con su Hammond y su Wurlitzer. Ian McLagan. Pero es que también este año teníamos encima un disco a su nombre, acompañado de su banda, The Bump Band. No estaba nada mal ese United States al que seguramente no dimos la importancia que merecía, metidos como andamos en la estúpida vorágine del día a día.
Muy bien todo esto. Pero no podemos olvidarlo, más allá de la mucha gente con la que colaboró. Ian Mclagan estuvo en dos de las bandas más imprescindibles de la historia de la música popular de los siglos XX y XXI, al menos para esta barcaza. Si Small Faces fueron uno de los grupos más excitantes de unos años dorados por el Swinging London, por el espíritu mod, por la fuerza del r&b, por los primeros baños psicodélicos, Steve Marriott, Ronnie Lane, Kenney Jones y Mclagan (que sustituyó a Jimmy Winston muy pronto) pasaron a ser parte del acervo musical de toda una historia. Para que al marcharse Marriott, unir fuerzas con Ronnie Wood y Rod Stewart y convertir a The Faces en la demostración palpable de la chulería del rock’n’roll en aquellos inicios de los 70, medicina pecaminosa necesaria para malvivir y bienvivir. Necesaria para ser.
Esos juegos del destino, esos hilos unidos y separados, en un tipo que se casó con la exmujer de Keith Moon, que vivió la escena musical inglesa desde el momento de su explosión hasta ayer mismo.
Un tipo que dicen que ha muerto. Pero no lo creemos.
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