Es una cuestión de percepción. La de que enmarañado entre guitarras, el tiempo pierde parte de su sustancia, si la tuviera, para despojarse de existencia, dejando al oyente flotar entre sonidos sin relojes que marquen, apuren, aprieten o empujen. Nada se antoja más inútil que escuchar este Way Out Weather de Steve Gunn con las prisas del día a día. (...)
Pero siempre negaremos la etiqueta ambiental, porque sabemos lo que implica. Y porque decir eso de la música y de las sorprendentes canciones que nos entrega Gunn en este nuevo trabajo es casi un insulto. Lo suyo, como lleva ya muchos años interiorizando, es la constatación de la guitarra como instrumento clave en el devenir del ser humano y como elemento creador y con capacidad de explorar caminos nuevos, experimentos de canalización de sensaciones a partir de los acordes obtenidos de seis o doce cuerdas. Siempre en su horizonte aparece el nombre de John Fahey, pero no debería entenderse como exageración comparativa con alguien que se antoja absolutamente inalcanzable, sino como marcador de un camino por el que no muchos han decidido avanzar. Son años los de Gunn de colaboraciones, de experimentaciones, de ayudas e intercambios con otros músicos, de Michael Chapman a Jack Rose, de Mike Cooper a Kurt Vile. Y es precisamente esta colaboración la que puede haberle abierto puertas no muy definidas para estas sonoridades. Eso y su anterior Time off del año pasado, donde ya se aventuraba como un enorme compositor y un más que efectivo cantante, además de sus conocidas dotes a la guitarra.
Y aunque aquella participación como uno más de los Violators de Vile no debería convertirse en marca de una casa que tiene cimientos propios, tampoco negaremos que parte del espíritu de Wakin on a pretty daze está en los surcos de Way out weather. Ese avanzar retozando, acariciado por vientos, atorado por calores, arrumado por fríos que incitan al abrazo. Todo Milly’s Garden es una oda pop punteada por unas guitarras que apuran cadencias, pero antes ya hemos disfrutado de la deliciosa espiral repetitiva, casi minimalista, de Way out weather, con las sinuosidades de la steel, o del sabor a blues acústico de Wildwood. Y aún después lo haremos con el vals lunático de Shadow Bros o el aroma folk de Fiction con sus delicadas gotas de psicodelia. Una psicodelia que transpira etérea en Atmosphere o imbuída de ritmos de origen casi tribal en Tommy’s Congo, tras haber cogido la senda de Drifter, ensoñación de inopinada oscuridad folk mirando de cerca a la negrura punk que brotó a principios de los 80.
Pero si hay un caso en el que no deberíamos hablar de canciones, sino de totalidad, sería en este disco. Todo encaja porque bebe de lo contiguo, de lo superior y de lo inferior.
Como el camino que hace un viaje, como la lluvia que lo sacia.
Suena la corriente: "Milly's Garden" - Steve Gunn
Suena la corriente: "Milly's Garden" - Steve Gunn
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