Empezar soltando una bofetada punk como The Impasse ya puede marcar todo el resto. Pero eso sí, esos sonidos aparentemente amorfos y destartalados tienen en sí la picadura de la psicodelia herrumbrada en un oscuro garage. Es algo más que un sopapo salvaje, tienen la contundencia de lo urgente y la pesadez de lo nacido para incordiar. (...)
Y uno pudiera pensar en ese incordio a la hora de tratar de buscar la esencia de Hookworms. Nombre inglés para un tipo de gusano, parásito estomacal humano, que enganchado al intestino, se alimenta de la sangre del portador. Incordio desde el momento de su definición. Incordio desde el momento de la identificación de estos cinco tipos de Leeds, ya que sólo atienden a sus iniciales: MJ, MB, JN, SS y JW. Incordio desde una carátula misteriosa y sin identificación. Incordio desde la descripción del proyecto por ellos mismos como simple hobby desarrollado junto a otras aventuras musicales. Incordio desde la búsqueda de conexiones con su anterior disco, el debutante Pearl Mystic; en aquel coexistían con el resto de canciones tres interludios instrumentales, sin necesidad de ser cortos (uno de ellos se iba a los casi cuatro minutos), que atendían a los nombres numéricos de i, ii y iii; en este aparecen otros tres manteniendo la numeración, iv, v, vi, avanzando una continuidad de un trabajo a otro que queda clara en la música; incordio porque desarrollos monocordes se funden con unas voces que usan el alarido como forma orgánica; e incordio porque parece ser eso lo buscado, y sin embargo, el placer que produce su escucha, el hipnótico apego que servidor siente ante estos sonidos, van más allá de la inquietud que les rodea.
Así que aceptado su fracaso como manera de incordiar, uno no puede por menos que abrazar esos juegos psicodélicos que aquí mueven las fichas de unos Wooden Shjips y allí de unos Blank Realm (los dos últimos discos de cada uno de ellos tremendamente destacados en estas aguas, elegidos cada año en las cataratas), aquí los eternos drones experimentales de la Velvet Underground y allí de los siderales cabalgados por Spacemen 3 o Spiritualized. Y todo ello con una para nada escondida mala leche. Hay electricidad, hay fuzz, hay teclados como punzadas cerebrales, y hay canciones. A su manera, pero los seis minutos de Beginners y los también seis de On Leaving reptan como una serpiente bajo sus ondulaciones sónicas, Retreat engarza directamente con un estilo rock más usual, más monocromático, con las puntas de los dedos a remojo en un glam que no deja su habitual cacofonía, Off screen rellena su aéreo ambiente de guitarras distorsionadas, y Radio Tokyo respalda con psicodélica energía su carga garagera.
Serán gusanos, pero parásitos de éstos, que andan ahora en boca de muchos, pero siempre de manera más minoritaria que otros nombres mucho más descafeinados de la neo-psicodelia, son tremendamente necesarios para espabilar el intestino.
Que si no, nos adocenamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario