Siempre hay elementos que pueden ayudar a situar a un grupo antes de su escucha, aunque es evidente que la generalización es mala compañera. Pero que de Australia y Nueva Zelanda, además de energía punk-rock emana pop en sus diferentes variantes es algo bien sabido por los buenos conocedores de aquellos sonidos. (...)
De Melbourne llegan estos Twerps, pero podrían hacerlo de la propia Dunedin, tal es su adscripción al credo emanado alrededor de Flying Nun Records. No ocultan, de boca, de filosofía y de sonido, que gente como The Bats, The Chills o The Clean corren por sus tintineantes juegos de pop entre guitarras y melodías capaces de bordar estribillos. Pero no olvidan esparcir sus propios sabores por recuerdos a Go-Betweens o incluso avanzadillas oscuras de los mismísimos ochentas británicos. Y sin embargo, toda su postura, toda su sonoridad, se antoja natural, actual, viva y fresca. No son pocos los grupos que saliendo de las mismas calles, subiendo a los mismos escenarios y engatusando a los mismos seguidores están haciendo que toda una escena, toda una manera de entender el pop de guitarras, siga perfectamente viva, plena y necesaria aún mirando hacia donde miran. Al fin y al cabo, las coordenadas están trazadas desde hace tiempo en cada camino que uno pueda recorrer dentro del rock. Es su propia personalidad la que debe dar alas a sus canciones.
Y Twerps la tienen. La personalidad de nombrarse con un epíteto que incluso podría llevar a engaño. Si este cronista no está equivocado (y la banda esconde algún otro significado), Los Bobalicones sería una traducción aceptable. No parece que a ellos les importe lo más mínimo. Su homónimo debut y algunos estupendos ep’s les han abierto de par en par las puertas de un sello como Merge Records, una estupenda ocasión de ampliar horizontes comerciales. Pero la colaboración entre Merge y su habitual casa, Chapter Music, demuestra una capacidad de mirar al pasado que llevan encima con el amor de quien sabe respetar de dónde vienen. La presencia de un nuevo batería, Alex Macfarlane, apuntalando la base rítmica, no afecta en exceso al mundo, entra la melancolía, el ardor por lo no conseguido y la necesidad de buscar nuevas puertas, que canción a canción construyen Marty Frawley y Julia McFarlane. Entre los hipnóticos riffs que balancean las notas de I don’t mind, la soberbia melodía de Back to you, una canción capaz de convertirse en tu primer pensamiento en más de un despertar, el magma de pop trotón de Stranger, el espíritu acústico de canciones como New Moves o Adrenaline, o la desbordante belleza eléctrica del dream pop hecho carne en Shoulders, uno intuye pasiones y deseos implícitos en canciones de The Feelies, de Yo La Tengo, incluso de Wareham en sus varias encarnaciones. Pero también guiños a otras guitarras más británicas como las de Will Sergeant en los Bunnymen de Ian McCulloch.
Como te puedes imaginar lo que dices y la muestra son de mi cuerda. Creo que ya caté algo en las pildoras. Profundizaré, my Lord of RR. Merci.
ResponderEliminarYa sabes, querido, jangle pop desde las antípodas. Y con mucho gusto...
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