Uno siente cierta aprensión cuando escucha de un disco aquello de que es una perfecta reconstrucción de ambientes, de atmósferas capaces de retrotraerte a un espacio y momento determinado. A ver, todos los discos, excepto las monstruosidades inconexas, crean sus propios ambientes. Incidir en ello es muchas veces atisbo de vacío, de ausencia de otros asideros a los que agarrarse para tratar de salvar lo insalvable. (...)
Pero si uno dice que el debut discográfico de este mocetón de Carolina del Norte es en sí mismo todo un ambiente, no hace más que rendirse a la evidencia. Jake Xerxes Fussell (sí, sí, el nombrecito se las trae) no es que trate de recrear lo conocido, sino que su música, este ramillete de viejos clásicos de fondo del cancionero rural americano, tiene el carácter de la veracidad. Es un absoluto chapuzón en las aguas que recorren el profundo sur americano, las que surcan por meandros de viejo folk, con aires a cuatreros, vaqueros y tribus indígenas, por recovecos de dolorido blues, entre viejos ennegrecidos por las humillaciones, por horizontes de country, por voces que bajan por entre los bosques que cubren las faldas de las montañas… Pueden parecer tópicos, lo son de hecho, pero se desarman de tales rutinas en este esplendoroso debut. Es el día a día del aldeano americano, no tan lejano del nuestro salvo por los icónicos matices que la historia de la música ha creado. Lo mismo te puede hablar de unas patatas en Raggy Levy (me imagino a esos mozalbetes de Mumford & Sons llorando desconsoladamente mientras escuchan una canción que encierra en sí misma todo lo que ellos han tratado, o tratarán, de captar) que de cocinar unas judías con cerdo en Pork and beans. Pero, ojo, que los valses que bailan en All in down and out, el country-folk de Let me lose o las steel que dirigen una canción como Star girl hacia el horizonte de la nostalgia, no nos lleven a imaginar la ausencia de pulsión rock. La propia Pork and beans o todo el ritmo y la melodía imborrable de Push boat están roídas por la emoción que explotó en los 50.
Pero es que este Jake Xerxes sabe lo que se trae entre manos. Hijo de un investigador folklorista, recorrió desde niño buena parte de su país conociendo los rincones no sólo en los que se cantaba y vivía esta música, sino en los mismos santos lugares donde se paría. Ya jovencito, él mismo, con una exuberante técnica del fingerpicking, comenzó a dar vida a esas músicas mientras trabajaba en el departamento de Estudios Sureños de la Universidad de Mississippi, o se juntaba con viejos músicos del valle de Chattahoochee, o aprendía de viejas leyendas blues como Precious Bryant, documentalistas como Les Blank o folkies como Will Scarlett, conocido de toda la saga Jefferson Airplane. Que un sello tan exquisito como Paradise of Bachelors le apoyara para su debut, que se encargara de la producción un músico como William Tyler, tan estudioso de sus raíces como el propio Fussell, que Chris Scruggs, Brian Kotzur y Hoot Hester se encargaran de los bajos, baterías y violines y que todos ellos formaran una banda más que conjuntada grabando en Nashville, no podía dar otro resultado que este.
El de un disco que lleva directamente a la esencia de una música porque cada nota que hay en él la contiene.
Un disco que sabe a Río. Y esto aquí tiene mucho valor.
*Compra el disco a tu dealer habitual o a través de Paradise of BachelorsSuena la corriente: "Push Boat" - Jake Xerxes Fussell
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