Ciertamente, la frase que preside este texto fue pronunciada por quien lo escribe en pleno arrebato pasional, pero elevada a titular por el bueno de Jon Saenz de Buruaga, exquisito connoisseur de todo lo que suene a guitarras violentas y ácidas, totalmente necesario en esta zona geográfica abandonada de la mano del sol. Y a pesar de su grosería, o precisamente por el impacto directo de ella, resume a la perfección parte del telón lanzado sobre cualquier escenario por Screamin’ George & The Hustlers. (...)
En esta ocasión era la sala Fever, y como si ello fuera necesario, la razón era la presentación de su reciente ep, editado en lustroso vinilo y arrebatador y grasiento sonido. Y es que hasta en cinco ocasiones se juntaron cuatro guitarras sobre las tablas. A los escalpelos fabricados de entre los acordes rockandrollers de James Hustler (sí, nuestro querido Desperdicios), los martillos rítmicos de Diego Von Hustler y los angulares arpegiados por Javi de Hustler hubo que unir los de Lee Perk, en enconada lucha Gretsch vs. Gretsch para celebrar los sonidos de Trunk y Good ol’ times; los de Jon Standard, artífice principal del goteante sudor extraído de los surcos del vinilo, para encarar una soberbia, arrastrada, estimulante Pain; y los de Guille Magic Teapot, que oficiaron de perturbadores drones psicodélicos, ofreciendo a The Hustlers unas aristas que casan perfectamente el vitriolo físico y sónico propio en ellos con las cabalgadas de la psique desquiciada y desquiciante marcadas por unas simplemente tremendas lecturas del loveiano A house is not a motel y de la elevadora You’re gonna miss me. Donde caben seis, caben siete, y esa cabalgada destroza-escenarios bien podría acoger a Guille como cuarta guitarra permanente, por pulsión, pasión e ideología musical.
Y si las espadas guitarrísticas estaban bien en alto, protegidas por la ponzoña rítmica del bajo de Atauri Hustler y la compungida batería de Ilargi Riot Hustler, siempre prestos a acompañar a puro pie las acometidas del apostolado del reverendo Screamin’ George por entre los presentes, como unos Fleshtones o unos Hare Krishna psicóticos, con el resto de Hustlers guardando la fortaleza, también otras voces fueron invitadas a testificar en público. El velvetiano Rock and Roll siempre sabrá a puro vicio urbano si a Screamin’ George le acompaña el grito rasposo de David Sonic Trash, y la propia Sometimes y la seminal Pushin' too hard adquieren todo el ímpetu del garage parido en plenos 60 con la voz de Sara Rubia Iñiguez.
Todo esto y mucho más (ese She cracked de Jonathan Richman) acompañan el comienzo duro y siniestro de Party, o el final con la psicótica Wolfman y la brutal pieza de suciedad bailable que es Change, ampliando el registro de la banda, precedidas del sopapo de Get out of here. Cuatro canciones que componen un ep con aire selvático, sabor a cocido, desgarro muscular producido por el puro baile tribal, capaz de zarandear el psychobilly, el garage más espiritualmente extraviado, la esencia viciosa de la Velvet, la incendiaria desvergonzonería del punk, sea el nacido en Londres, Detroit o Nueva York. Cuatro canciones que avanzan entre Confuzzed, She’s mine, HK Blues o un pasado propio que es presente.
Un concierto, un sonido, una banda que permite exclamar: Yes, we are ready to testify.
* Compra el disco a tu dealer habitual o contactando directamente con ellosSuena la corriente: "Change" - Screamin' George & The Hustlers
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