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lunes, 20 de abril de 2015

The Damned / Lie Detectors / The Saurs
Fever, Bilbao (18/04/2015)
Pogo en la edad adulta


El día se presentaba exigente y parecía obligar a una buena gestión de la disponibilidad si se quería llegar a todo. Y se llegó. Porque por un lado estaba el Record Store Day, ese día de las tiendas de discos que en este país aún mantiene su esencia festiva frente al mero acopio mercantilista para inmediatamente ofrecer el producto en redes digitales en el que está derivando la fiesta en su origen anglosajón.(...)

Sea como sea, la confraternización entre coleccionistas, musiqueros, amigos y curiosos que se concentra alrededor de Power Records en la calle Villarías de Bilbao es de las disfrutables. Y más si va acompañada con sonidos como los de Rubia, The Fakeband, Copernicus Dreams, Brand New Sinclairs y Señores, todos ellos efectivos bajo la carpa instalada para la ocasión.

Por otro lado, el club HeyHeyMyMy celebraba en la sala Fever su tercer aniversario y lo hacía con tripla llena de suciedad y esencias guitarreras. Abrían las compuertas los donostiarras Lie Detectors, uno de esos fenómenos musicales que por mor simplemente del boca a boca son capaces de recorrer como un latigazo todo el subsuelo underground de la zona norte, al menos de momento. Apenas cuentan una decena de presentaciones en directo, pero su poder para engrasar melodías en los sucios fosos de un garage de provincias resplandece cuando enfrentan proteicas lecturas del Action Woman de The Litter, el Ramblin’ Rose pasado por el cedazo de MC5 o avasalladores amores incestuosos con GG Allin vía un Don't talk to me castellanizado. Cargados con un contundente armazón sónico a la espalda de Eneko, Txiki y Urko, gente que pasea sus gustos por nombres como Nuevo Catecismo Católico, Muturbeltz o Dirty Pink Ladies, cuentan con la indispensable presencia de Txema, un frontman de los de antes, de los capaces de centrar todas las miradas en su agotadora energía. Su falta de ascos a cantar en castellano acerca sus píldoras a los nuggets nacionales de los 60, combinando su propensión al crudo punk’n’roll con el deseo lúdico de la canción ye-yé, y su reciente grabación en los estudios Circo Perrotti del Dr. Explosion parece encajar como un guante. Comentaban los que ya les habían catado, y admitía el propio Txema en charla posterior, que se iniciaron un tanto cohibidos por escenario y cabeza de cartel, pero su espléndida lectura del Hoy como ayer de un gigante del tamaño de Moris no concordaba precisamente con tal adjetivo, y engrandecía aún más las hechuras de su irresistible traje.

Y esos cabezas de cartel venían de la mano de Dave Vanian y el Captain Sensible, fundadores, corazón y alma de The Damned, al menos desde la primitiva marcha de Brian James. Si los Pistols fueron el caos y The Clash la ideología, The Damned fueron el sentido del espectáculo y el humor, sabiendo aunar, durante aquellos años que cerraban década, en su retórica punk dichos caos e ideología con hilarantes guiños al concepto artístico que el glam había llevado sobre las tablas. Y tantos años después, Vanian y el Capitán demuestran no sólo que su proceso de envejecimiento ha sido simplemente modélico, sino que los actuales Damned ofrecen la sensación de un grupo certero, directo, profesional pero afectivamente cercano, chulesco, divertido y con más de una carga de profundidad. Y por encima de todo, un grupo de canciones con nervio que se alimentó de sus grandes clásicos, cabalgando desde la seminal Love song a la agradecida Fan Club, dedicada a sus teloneros Detectors, de su histórica lectura del I feel alright de sabor Detroit a la no menos personal de un Eloise con significados particulares en este país, de la insatisfacción del I just can’t be happy today a la capacidad de generar himnos engorilados como Wait for the blackout, todo ello sin dejar de tentar a los Ramones, hacerse los modernos como siempre hicieron con The history of the world o pasear entre el funk de esencia Talking Heads en Stranger on the town. Con un Vanian de excelente voz y maneras y un Captain Sensible cercano y divertido, ambos muy por encima del resto de la banda, consiguieron, cómo no, que buena parte de la platea, incluidos algún punki de cresta, damiselas lisérgicas o cuarentones casi cincuentones (todo un primor ver juntos en botes 'desataos' a gente tan hecha y derecha como Pato Castañeda, Aitor Bakaikoa y este cronista) degradaran en un soberbio pogo a los sones de New Rose o Neat Neat Neat. Les esperábamos, llegaron y no defraudaron.

Y cerraban noche y cartel y abrían proceso de convalecencia física los catalanes The Saurs. Ganadores del último Villa de Bilbao y viejos conocidos y queridos de estas aguas, volvieron a demostrar a los que les seguimos que son una perfecta bofetada en forma de trío guitarrero a tanta placidez y ensoñación como tenemos que aguantar últimamente. Y sorprendieron a los que se acercaban a ellos por primera vez con su urgencia punk, angustia garagera y suciedad instrumental, y, como siempre, una entrega directa y brutal en escena. Calentitas están ya las canciones de lo que será su primer larga duración, esperado para después del verano, y seguimos pensando que tienen la crudeza de lo minoritario y el magnetismo de lo que puede saltar fuera de su territorio propio. Ahí estaremos.

Suena la corriente: "New Rose" - The Damned


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