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* Autor: Jaime G. López "Desperdicios"
* Fotos: Estanis del Hoyo
Al recorrer los alrededores de Anoeta afrontábamos el reencuentro dylaniano con cierta sensación de déjà vu, de aquel lejano año 1999. Similar escenario, nos trasladamos del polideportivo de Anoeta a la Plaza de Toros de Illumbe a escasos metros de distancia. (...)
Mismo telonero, un Andrés Calamaro que, entonces en el zenit de su creatividad, actuaba intoxicado y lucía cual mercuriano Dylan Blonde on Blonde. Tan clon saltaba a escena en aquella gira que el grupo de extranjeros que teníamos delante profirieron en gritos de entusiasmo al salir aquel y tras mirarse entre ellos con extrañeza ¿acaso Dylan había rejuvenecido 30 años? Se percataron del error ante nuestras sonoras carcajadas. Pero todo lo demás ha cambiado. Dylan, nosotros, nuestras circunstancias, las suyas...
* Fotos: Estanis del Hoyo
Al recorrer los alrededores de Anoeta afrontábamos el reencuentro dylaniano con cierta sensación de déjà vu, de aquel lejano año 1999. Similar escenario, nos trasladamos del polideportivo de Anoeta a la Plaza de Toros de Illumbe a escasos metros de distancia. (...)
Mismo telonero, un Andrés Calamaro que, entonces en el zenit de su creatividad, actuaba intoxicado y lucía cual mercuriano Dylan Blonde on Blonde. Tan clon saltaba a escena en aquella gira que el grupo de extranjeros que teníamos delante profirieron en gritos de entusiasmo al salir aquel y tras mirarse entre ellos con extrañeza ¿acaso Dylan había rejuvenecido 30 años? Se percataron del error ante nuestras sonoras carcajadas. Pero todo lo demás ha cambiado. Dylan, nosotros, nuestras circunstancias, las suyas...
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En el repertorio del sábado sólo sobreviven dos canciones de entonces, Tangled Up In Blue y Love Sick. En total, apenas asoman cuatro clásicos. Dylan confía en un repertorio que se centra en los últimos quince años, dominando Tempest (recrea hasta seis temas), dos piezas desde su más reciente trabajo (Shadows in the Night) y una o dos de cada uno de los 4 anteriores al citado Tempest. Trabajos que han conseguido gran reconocimiento de crítica y posiciones en las listas muy superiores a sus obras maestras de los años 60 y 70. Suponemos que ese material más reciente se acopla mejor a esa voz que, como él mismo definió, tiende a subvertir el sistema. Además, el
día que decidió aparcar la guitarra y sentarse al piano, su repertorio también tuvo que mutar de la electricidad a las atmósferas de lap y steel guitars y sonidos atmosféricos. Amigos, fieles y fans, quedaos sólo los valientes, parece querer decir el Dylan de 2015. Pero repertorios controvertidos a parte, Dylan tiene hoy mucho que ofrecer.
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Andrés Calamaro salió a escena consciente de la responsabilidad que supone abrir para un artista de la talla de Dylan. Por ello, y para la ocasión, decidió hacerlo en una formación de cuarteto con piano de corte clásico, una discreta guitarra acústica a cargo de Julián Kanevsky, Andrés a la voz y la increíble armónica cromática de Antonio Serrano, músico vinculado principalmente al jazz y al flamenco (formó parte de las últimas formaciones de Paco de Lucía).
En el tiempo asignado, Calamaro jugó sus cartas alternando recreaciones tangueras de Aníbal Troilo y Astor Piazzolla con la sobresaliente armónica de Serrano desarrollando la melodía en increíbles pasajes solistas, junto a temas más intimos y preciosistas, como Los Aviones o los rodriguecianos 7 segundos y Mi Enfermedad, junto a tres de sus himnos, La Libertad, Estadio Azteca y el cierre con Paloma en versión alternativa con el piano sustituyendo la característica guitarra distorsionada y con el público en pie ovacionando al argentino, quien mediante guiños a la ciudad y repertorio había jugado a dejarse querer. Ya sabía que el Victorino que salía tras de él es mucho toro.
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La iluminación y la escenografía a base de telones y lo que parecían viejos focos de plató de rodaje olvidados en algún gran estudio juegan un papel muy importante durante el concierto. Esto no es rock de estadio, de pantallas y vídeo-proyección, es teatro con cuidada escenografía y en el centro el actor principal interpretando su papel mientras se mueve sobre el escenario. En algunos momentos abandona el centro de la escena para ocupar un secundario lugar como parte del reparto. Como en Before Here Lies Nothin, con Dylan llevando el piano de cola a estacazos con magnéticos y repetitivos riffs, sobre la guitarra a la contra de Charlie Sexton. Workingman’s Blues #2 y Duquesne Whistle no suenan demasiado inspiradas y a nosotros nos da por pensar que los arreglos suenan pegados al original, rompiendo la tradición tan arduamente defendida de la metamorfosis hasta lo irreconocible de sus clásicos. Prima el respeto al original como base a la hora de tocar la obra más reciente. En fin, contradicciones dylanianas. A ritmo de vals vienés de 3 X 4 suena Waiting for You con un excelso Tony Garnier tocando contrabajo con arco.
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De hecho, casi consiguió que lo que debería ser otro gran momento del concierto, como su clásico Tangled Up in Blue, sonara un tanto intranscendente. Tocaba despedirse con Dylan dirigiéndose por primera vez al respetable para pedir en castellano veinte minutos.
A la vuelta fue tiempo para escuchar blues, bien del Delta en Highwater (For Charley Patton), con los sonidos pantanosos aportados por el banjo de ese todoterreno instrumental que es Donnie Herron. O eléctrico de Chicago, con una Early Roman Kings que a pesar de los esfuerzos de Kimball a las maracas y Sexton a la guitarra, no llegó a despegar.
Momentos intimistas en Forgetful Heart y Soon after Midnight con tintes nocturnos y románticos e iluminación de planetario. O bailarines y optimistas en Spirit on the Water, con Dylan al piano recitando saltarín. Entre medio, otro clásico, Simple Twist of Fate, que sonó cadenciosa, con Dylan arrastrando la letra, recitando y el pequeño guiño en el cambio de la letra, She was born in Spain (en el original 'Spring').
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PD: A la publicación de este artículo y a su paso por su primera parada francesa, Dylan ha aparcado su más reciente repertorio (este que hemos comentado que con ligeros cambios venía desarrollando durante toda la gira) para cambiarlo de arriba a abajo, incluir más de 8 clásicos imperecederos y notables cambios en el resto de temas. Como siempre, sigue haciendo lo que quiere.
Suena la corriente: "Duquesne Whistle" - Bob Dylan
Envidia pura me dan los gabachos; aunque nosotros llegamos a las 20 y ellos no han pasado de 17. En Córdoba fue un show similar, sin Lucky Old Sun, y de lo mejor, los de Sinatra. Saludos
ResponderEliminarAntonio,
ResponderEliminarYo al principio también lo pensé pero luego dije que narices, el concierto sin clásicos fue excelente con momentos únicos , más para quienes le hemos visto unas cuantas veces en ese sentido fue uan experiencia distinta y nueva. El Shadows por lo que va saliendo incluido Letterman es que lo borda, ojalá saque el vol. II pronto.
Saludos,
Desperdicios.