Es la clave. Un grupo que supuso la educación emocional de mucha gente que comenzó a amar y descubrir el pop a finales de la década de los 70 y comienzos de los 80. Casi como ellos. Cuando el power-pop adquiría eso mismo, poder, y junto con la urgencia del punk, comenzaba a barrer muchos desvaríos acumulados durante años, aburrimientos que, aunque posteriores vistazos siempre permiten encontrar intereses varios, estaban abocando al rock a un callejón con pocas salidas. (...)
Desde el centro de un Madrid que comenzaba a sonar en muchas direcciones, Mamá soltaban píldora tras píldora.
Desde el centro de un Madrid que comenzaba a sonar en muchas direcciones, Mamá soltaban píldora tras píldora.
Y lo hacían tan rápido, tan certeramente, tan inconscientemente, que la cosa pasó como una exhalación. En apenas tres años, bofetada y para casa. Un mini-lp y un primer lp simplemente llenos de joyas, y un segundo lp que aventuraba el fracaso, robada la ilusión y el alma por uno de los antiproductores por excelencia de este país, Luis Cobos. Así que presentarse en directo sabiendo que son la base educacional de muchos que no eran más que pipiolos en aquella época, puede ser un simple ejercicio de nostalgia. Pero José María Granados, Carlos Rodríguez y Miguel Gutiérrez Guti, perros viejos y fundadores, acompañados del impulso vitamínico del bajo de Pepe Bermejo, no juegan a eso en exclusiva. Porque son capaces de ofrecer un set de 23 canciones equilibrado y contundente, poderoso y jugoso, en el que 10 son joyas de aquellos tres años, y 12 joyas de su etapa reiniciada a partir de 2009, ya con la ausencia del recordado Manolo Mené, además de su sentida versión del Like a rolling stone, un en su caso Cómo lo ves que sabe cerrar el concierto con las guitarras en alto.
Y es que sus joyas primerizas, como ese sorprendente comienzo con Nuevo Color, de su denostado disco del 82, se enredan en los recuerdos creados, en estribillos nunca olvidados y mil veces cantados, en riffs de guitarra excelentes y versos carnosos: la saltarina y pegajosa Ligarse a Vicky, con unos coros mirando a los ojos a la tradición pop nacional, El número equivocado, Ya no volverás, simplemente impactante, una de las mejores canciones compuestas en castellano, una tremenda Regresas a casa a las diez, la entrada acústica que anticipa el clasicismo pop de Hora punta en el metro, la joya nunca pulida de Nada más, Escóndete, el impecable hit popular Chicas de colegio o el casi cierre de El último bar. Un set como este da pábulo a la simple nostalgia, al recuerdo, al asirse a unas notas con las que crecimos, ligamos, amamos, bebimos y nos emborrachamos.
Pero es aquí donde los Mamá de pleno 2015 demuestran su singularidad. Cuando las 12 canciones de su etapa reciente, la renacida en 2009, son capaces de equilibrar mirando directamente a los ojos a aquellas nombradas y recordadas. Con ya más discos, cinco, publicados que en su etapa clásica, su nivel creativo está más alto que nunca, y cada uno de esos discos, rescatado en el concierto, merece toda una carrera. Ofrecen una madurez muy alejada del tostón, capaz de asemejar a unos tipos de más de cincuenta años, como ellos, como buena parte del público, con los jóvenes que fuimos un día o los que quieran llegar a ellos ahora mismo. Y es que canciones como la fantástica y perezosamente tórrida Amantes, el más que ejercicio de estilo soñador de Como aquélla de los Kinks, el refugio de Botellas, o esa absoluta delicia de orden dylaniano que es La mejor canción, definitoria en sí misma de todo lo que son, han sido y serán Mamá, además de refrescos de su ultimísimo Estándar, como la que le da nombre, Inútil o esa salida del largo invierno que es A Patadas, merecen el relumbrón de las primeras.
Por eso, lo que vimos en el Colegio de Abogados es la excelencia de un grupo que no vive de su pasado, porque su presente es deslumbrante. Pero que sabe no olvidar aquél.
Suena la corriente: "La mejor canción" - Mamá
Suena la corriente: "La mejor canción" - Mamá
Ya es hora de que estos músicos, maestros desde hace mucho tiempo, aparezcan en los medios con la fuerza que siempre merecieron. Deben figurar entre los primeros grupos del modernismo ochentista, deben ser conocidos como maestría, inspiración permanente, ayuda y refugio en tiempos buenos y malos para tantos y tantos españoles que veníamos de la nada. Y siguen. Y seguirán.
ResponderEliminarPues sí, pero lo mejor es que siguen y cómo siguen, no sólo de ganas y fuerza, sino de creatividad. Sus recientes discos son espléndidos...
ResponderEliminar